Las aplicaciones móviles se han convertido en piedra angular de cualquier organización por su papel a la hora de conectar a los líderes de la empresa, clientes y empleados. Un factor importante que contribuye a este cambio, según Adam Fingerman, co-fundador y director ArcTouch, es nuestra dependencia del móvil, llamada también “nomofobia”.
Esto supone que las organizaciones de todo el planeta deben adoptar una actitud ante esta realidad y la mayoría ha optado por el “si no puedes con ellos, úneteles”. El problema está en que una empresa puede pensar que sólo tiene que crear una app y que sus empleados la utilizarán.
La gente está acostumbrada a utilizar apps que se adaptan a su experiencia de usuario, fáciles de usar y hasta divertidas. Si la compañía quiere que sus trabajadores la adopten, estas reglas tendrán que cumplirse.
Los tres factores del auge
Las apps móviles corporativas han despegado por tres razones. La primera, según Fingerman, es el aumento de BYOD y BYOA, que hacen que cada vez sea mayor el número de empleados que van a la oficina equipados con sus dispositivos personales que se utilizan para acceder a la información relacionada con el trabajo, esté o no aprobado por TI. La segunda, es la emergencia de plataformas de desarrollo móvil, que facilita la creación de apps, y finalmente que los departamentos de TI están empezando a adoptar BYOD en lugar de verlo como algo que hay que controlar.
Estos tres factores han llevado a los directivos a adoptar y potenciar la tecnología móvil en la organización, en lugar de resistirse a ella. Los empleados utilizan aplicaciones todos los días por motivos personales, por lo que es fácil prever una transición natural hacia soluciones de negocio. Esto es cierto en algunos casos, pero no cuando hay un diseño pobre por detrás.
Qué hace mala a una aplicación
Según Fingerman, hay dos tipos de “malas apps”, las que simplemente no funcionan y las que ofrecen una experiencia de uso pobre. El primer problema es actualmente más fácil de resolver gracias a los avances de las herramientas de desarrollo de la movilidad empresarial, como Xamarin, IBM MobileFirst y otras, que facilitan la construcción de una aplicación de trabajo funcional y más rápido que antes.
Para Jonathan Focheaux, socio de la empresa de producción y diseño de tecnología de entretenimiento Salomon Group, una mala aplicación es una que no se mantiene en la mente del usuario. La empresa debe considerar el entorno en el que se va a utilizar porque es la audiencia la que dicta el estilo, la experiencia de usuario y, obviamente, la funcionalidad.
Pero la experiencia de usuario debe tenerse en cuenta desde el primer momento, porque hacer cambios después no es sencillo.
Una mala aplicación suele ser el resultado de las prisas por tenerla demasiado rápido sin definir el caso de uso.
Qué hace buena a una aplicación
En cambio, una buena app empresarial destacará por su facilidad de uso, de navegación y por mejorar la productividad del empleado. Según los expertos, el truco pasa por que coincidan los objetivos del creador y del usuario.
Además, es importante entrar en el desarrollo de aplicaciones empresariales con una estrategia clara. Parte de esa estrategia debería involucrar a todas partes interesadas, lo que permitirá garantizar el retorno de la inversión y ayudar realmente al usuario. También es bueno realizar una buena campaña de promoción, además de una estrategia para mantener la aplicación, realizar cambios y añadir nuevas características.
Y, por supuesto, nada de esto se puede lograr sin los recursos adecuados, sobre todo presupuesto y recursos.