Imaginémonos que nacimos en 1900, han transcurrido 30 años y al llegar a la oficina nos enteramos por un artículo en el periódico que la esperanza de vida en México en 1930 es de 33 años para el hombre y 34.7 para la mujer. Recargado en su sillón, piensa usted: “¡Vaya, de acuerdo con las estadísticas, sólo me restan tres años de vida!”.
Si contrastamos nuestra existencia actual con esa época, usted y yo estadísticamente no estaríamos vivos. En aquel entonces las enfermedades respiratorias, intestinales y los homicidios formaban parte de la debacle mexicana, ni siquiera vivíamos lo suficiente para tener problemas cardiacos, diabetes e incluso el cáncer como ocurre hoy. La esperanza de vida del mexicano actual es de casi 80 años.
En contraste con lo anterior, el Índice Standard & Poor´s 500 –que enlista a las empresas más grandes que poseen acciones en las bolsas NYSE o NASDAQ– reveló que en el 2016 el promedio de vida de las 500 era de 18 años. Los pronósticos es que seguirá disminuyendo la vigencia de las empresas y en el 2021 será tan sólo de 12 años.
¿Cuál debe ser, amable lector, la lección que debemos aprender del contraste de vida del humano que crece y el promedio de vida empresarial que decrece?
Pensemos qué pasará en México con los changarros, las tiendas, los pequeños negocios con la obligatoriedad de los CFDI (comprobantes fiscales digitales por Internet), antes en el régimen de Repecos (Régimen de Pequeños Contribuyentes) no requerían una contabilidad, ni emitir facturas y la formalidad requerida, a partir del RIF (Régimen de Incorporación Fiscal) y no obstante la exención gradual en ciertos impuestos hasta llegar a los 10 años, muchos negocios no han calculado el costo contable y administrativo que conlleva. En mi opinión el trabajo informal continuará porque el gobierno no ha encontrado la forma de hacerlos entrar en cintura, pero todos los pequeños establecimientos con el control digital gubernamental, tenderán a desaparecer, viviremos en un México que, en semejanza a los países del primer mundo, sólo las cadenas subsistan y los negocios se aglutinen en plazas o galerías.
Un ejemplo más para reflexionar es Tesla, que en el 2017 pondrá en el mercado su Model 3 a un precio de 35,000 dólares, pero la tercera etapa de Elon Musk es llegar con un coche a las masas, ¿cuándo?, ¿será en 2019 o 2022?, ¿costará 120,000 pesos?
Tesla y sus competidores venderán autos que no necesitarán bujías, aceite e incluso prescindirán de la transmisión, ¿qué pasará con el mundo automotriz y toda su economía satélite?, ¿qué pasará con el consumo de gasolina y la forma que afectará a las gasolineras?, ¿tendrán que complementar su servicio con etanol, con electrolineras o acaso desaparecerán?
Ahora es el momento de preguntarnos cuándo aparecerá un cambio disruptivo en nuestra industria, ¿iremos a formar parte de él?, ¿nuestros servicios o productos se volverán pronto obsoletos?, ¿cuántos años tiene nuestro modelo de negocio? Y si sigue siendo sostenible, ¿podremos seguir haciendo lo mismo que en los últimos 20 años?, ¿cambios regulatorios afectarán a nuestro mercado?, ¿cuánto ha decrecido la rentabilidad en nuestro sector?, ¿nuestro trabajo lo podrán hacer a distancia?, ¿la tecnología reemplazará nuestro trabajo?, ¿afrontaremos bien la transformación digital?, ¿podemos ser reemplazados?
Leí que el 70% de los niños de primaria trabajarán en empleos que hoy no existen y además que los nacidos a partir del 2000 su esperanza de vida sería al menos de 100 años. ¿Estaremos preparados para vivir esto y habremos aprendido a lidiar con el cambio? ¡Mis mejores deseos para usted en este 2017!