Los robots están llegando. Aunque a menudo se habla en futuro, la verdad es que el aprendizaje de máquina (machine learning) ya está aquí. Sin darse cuenta, los consumidores interactúan con la tecnología “inteligente” en casi todos los puntos de contacto: desde los robots a la tecnología de reconocimiento facial, la inteligencia artificial (IA) está ayudando a completar las tareas más rápido, de manera más barata y –a veces– de forma más eficaz que nunca.
En una economía impulsada por la velocidad y la eficiencia, no debería sorprendernos que la capacidad de una computadora para comunicarse a un billón de bits por segundo se vea favorecida por encima de la capacidad humana de unos 10 bits.
La firma de consultoría McKinsey informó recientemente que el 40% de las tareas de trabajo pueden automatizarse utilizando la tecnología existente, lo que lleva a todos los trabajadores de fábrica, así como abogados y contadores a considerar la amenaza de ser reemplazados por robots no sólo como una posibilidad inevitable, sino inminente.
Para los tecnólogos, estamos siendo testigos de cómo este campo emergente está transformando las empresas para las que trabajamos.
En mi trabajo en Isentia, utilizamos el aprendizaje automático para procesar siete millones de noticias cada día. No hace mucho tiempo se trataba de una tarea relegada a seres humanos que tenían la misión de leer periódicos en busca de historias que podrían relacionarse con un cliente.
Tenemos el deber de capacitar a quienes nos rodean para que aprendan todo lo que puedan sobre lo que su trabajo puede evolucionar para convertirse en el mejor socio hombre-máquina posible.
Hoy en día, las máquinas de recopilación y selección de video, audio y contenido digital son capaces de trabajar a una tasa de 234 historias por segundo y presentar resúmenes significativos a los clientes en tiempo real.
Ya sea que una historia se acabe en Twitter y luego continúe en las plataformas de noticias en línea, la televisión y la radio, el aprendizaje automático puede seguir y analizar cómo evoluciona una historia con un 99% de precisión.
Mientras que la IA está revolucionando la forma en que trabajamos, el impacto es mucho mayor para aquellos en la industria de la tecnología.
En última instancia, el éxito de la industria de la IA se reduce a los profesionales de la tecnología, es decir, a nuestra capacidad de automatización y al ritmo en el que ampliamos el campo del aprendizaje automático.
Con una tasa de crecimiento anual del 19.7% (y un valor pronosticado de 15.3 mil millones de dólares para 2019) es seguro decir que lo estamos haciendo bien. Y aunque esto depende en gran medida de nuestras capacidades técnicas, es algo que desafía a muchos de nosotros éticamente.
¿Con qué conjunto de valores debería alinearse la AI?
Dos de los más grandes tecnólogos de nuestro tiempo, Elon Musk y Stephen Hawking, han hablado sobre el beneficio potencial y el daño que una carrera armamentista de AI podría ofrecer.
Aunque el desafío inmediato no es la amenaza de tener “robots asesinos”, sí lo es el reemplazo en el trabajo. El empleo puede no parecer un problema ético, pero si las personas son automatizadas sin empleos, el futuro de la sociedad es sombrío.
Si bien la frase “Gracias a Dios es viernes” se ha forjado su camino tras jornadas de trabajo de 9 a 6, para la mayoría de las personas, el trabajo crea un enorme sentido de satisfacción personal y profesional… por no hablar de un medio para pagar las facturas.
En este escenario, hablar de un “apocalipsis” podría parecer algo melodramático, sin embargo, estoy de acuerdo en que es importante considerar cuán estrechamente debemos fusionar la inteligencia biológica y digital.
Las computadoras pueden ya tomar pedidos, doblar ropa e incluso conducir automóviles, pero ¿a hacia dónde irán ahora? Es una reflexión emocionante y aterradora.
La última vez que experimentamos una revolución como ésta fue a principios de 1900, cuando surgieron los automóviles, los teléfonos y el avión.
Existe una enorme oportunidad para que los seres humanos trabajen con inteligencia artificial, pero no sean reemplazados por ella.
No se equivoquen: en un cierto nivel, cada trabajo puede ser llevado a cabo por un robot. Pero hay ciertos trabajos, particularmente en la tecnología, que requieren tomar decisiones, planificar o desarrollar códigos de software.
-Andrea Walsh, CIO EEUU