Los policías en Queensland, Australia, estarán armados con pistolas de interferencia para bajar drones en los XXI Juegos de la Commonwealth que se celebrarán en abril. Autoridades de esa ciudad australiana informaron que varios de sus elementos llevarán el MkII DroneGuns, fabricado por la compañía DroneShield, con sede en Sidney.
El DroneGun parece un rifle, pero en lugar de balas, dispara una señal de radio que interrumpe la comunicación entre un dron y su piloto.
El bloqueador generalmente hace que un dron realice un aterrizaje controlado vertical o regrese a su punto de partida –las acciones predeterminadas de la mayoría de los drones que pierden la comunicación– “de manera que se puede identificar al piloto”, informó la compañía.
El dispositivo, que tiene un alcance de hasta 2 kilómetros, también corta cualquier transmisión de video del UAV al piloto del dron y puede parar las señales del GPS.
“Teniendo en cuenta la evolución de las tecnologías no tripuladas y las tendencias en los nefastos usos de tales tecnologías en el exterior, los organismos de seguridad y militares de todo el mundo se enfrentan a la necesidad de proporcionar seguridad aérea en todos los eventos de alto perfil, además de la seguridad convencional”, dijo un portavoz del Servicio de Policía de Queensland.
DroneShield ha proporcionado seguridad durante los últimos tres años para el Maratón de Boston y el año pasado para el Campeonato Mundial de Ironman. Asimismo, en 2017 los DroneGuns fueron utilizados por una agencia de policía suiza en el Foro Económico Mundial en Davos.
La necesidad de contrarrestar los drones no deseados también ha llevado a algunas soluciones novedosas que no son tecnológicas. El verano pasado, por ejemplo, la policía en los Países Bajos usó águilas calvas capacitadas para interceptar drones ilegales.
George Nott