¿Recuerda usted la intranet? Era una red informática interna en la que la información y el conocimiento estaban alojados únicamente para consulta de los empleados, pero poco se podía interactuar.
Dentro del mundo corporativo actual, es fundamental potenciar el talento y la productividad de los empleados a través de entornos de colaboración que hagan posible un cambio cultural mediante la conexión de personas, procesos, datos y dispositivos de forma segura. Aquí se contextualiza la implantación de soluciones de comunicación, colaboración y productividad, como lo pueden ser las redes sociales corporativas.
Si buscamos una definición de red social, podremos ver que se trata de una estructura social donde los diferentes individuos u organizaciones están relacionados entre sí de acuerdo a un criterio común que los une.
Refiriéndonos al ámbito empresarial, hablamos de las aplicaciones o herramientas que actúan como medios de comunicación oficiales entre los colaboradores, y eso es a lo que llamamos redes sociales corporativas o de colaboración.
En este sentido, por ejemplo, el correo electrónico fue la primera red social corporativa. De hecho, al día de hoy sigue siendo la más utilizada. Sin embargo, las necesidades de las empresas, y más concretamente las necesidades de comunicación de los trabajadores, han evolucionado tanto que las funcionalidades del email se han quedado muy cortas.
Entonces, ¿puede una red social corporativa potenciar la productividad de los empleados? La respuesta es sí, ya que aumentar la transparencia, mejorar la comunicación y diseminar el conocimiento son los objetivos de todas las herramientas de comunicación adoptadas por las organizaciones, que tienen la misión de transmitir información de manera igualitaria para todos los colaboradores e involucrados en los proyectos y metas de la misma.
Las redes sociales corporativas dan la oportunidad a los colaboradores de intercambiar ideas, relacionarse con sus compañeros y discutir temas de interés general para la empresa. Asimismo, su incorporación ayuda a simplificar el trabajo al incrementar la rapidez con la que se comparte información y reducir el tiempo de respuesta, dando como resultado la optimización de procesos internos.
Pero no es sólo la tecnología lo que hace falta para que funcione. Sobre todo, se requiere una cultura corporativa que permita esta revolución. De acuerdo con McKinsey, la cultura corporativa tradicional es la causa principal de que la digitalización no progrese dentro de una empresa, incluyendo la comunicación interna.
Se trata de que las herramientas digitales hagan que la comunicación sea abierta, directa y transparente para todos, y eso incluye al jefe, a la asistente, al equipo comercial y a los becarios. La discusión digital no sabe de jerarquías: Todo el mundo lee todo y cualquiera puede decirle algo a otro, en tiempo real.
Esto ahorra un buen número de molestos correos electrónicos con listas de destinatarios interminables, y al mismo tiempo crea una acumulación de conocimiento en la que las discusiones, los consejos y las orientaciones a la solución de problemas pueden archivarse y encontrarse fácilmente cuando sea necesario.
Una buena red social corporativa debe proporcionar valor tanto a los individuos que la usen como a la empresa donde se implanta. Debe ser un gran repositorio de información de la organización, fácilmente accesible y que genere conocimiento para los trabajadores actuales y los que se incorporen con el tiempo.
La comunicación es un factor clave para que los equipos de trabajo dentro de una empresa tengan éxito, puedan resolver problemas complejos, colaboren de forma fructífera en los proyectos, encuentren soluciones más rápidamente, lleven adelante la innovación, puedan poner su conocimiento a disposición de todos e indudablemente contribuye también a la satisfacción y compromiso de los empleados.
¿Quién no querría reducir el volumen de correos que se generan o compartir información de manera sencilla entre todos los empleados de una organización?
Colaboración de TOTVS.