¿Cómo usan las personas con discapacidad visual una aplicación? ¿Cómo entiende una persona sorda un video con audio? La tecnología ha de ser accesible, tanto para aquellos que tienen una discapacidad —que supone alrededor del 13% de la población en América Latina—, como para cualquier usuario que tenga ciertas dificultades temporales, dicen los expertos. Sin embargo, no toda la tecnología es accesible y muchas veces, advirtió César Córcoles, profesor de los Estudios de Informática, Multimedia y Telecomunicación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), empresas, administraciones o informáticos solo se acuerdan de la accesibilidad “cuando tenemos cerca el problema”.
Dificultades para leer textos, ausencia de descripción de las imágenes o enlaces que no llevan a ninguna parte, son algunos de los fallos más detectados en webs y aplicaciones. Que la letra sea legible para cualquier persona —a través del contraste, el color o el tamaño—, que haya textos explicativos para quien no puede ver las fotografías o que los enlaces funcionen correctamente y te dirijan a la pantalla requerida, son fallos que tienen muchas herramientas tecnológicas y que dificultan el acceso a las mismas.
“Todos vamos a tener problemas en un momento u otro, y los productos accesibles son mejores”, defendió el docente, quien también advirtió de que prácticamente ninguna página lo será «perfectamente». Sí que hay que buscar, defendió, que lo sean en el porcentaje más alto que se pueda.
Los estudios son claros con respecto al camino por recorrer: el 98.1% del millón de páginas web estudiadas, tienen al menos, un error, así lo asegura una asociación de personas discapacitadas de Estados Unidos.
Entre ellos, el más común es que el contraste en el color de la letra haga que esta sea ilegible y, el siguiente más común, que no haya texto asociado a cada imagen. Y la solución no es difícil, señalaron los expertos.
“La inmensa mayoría de los problemas se deben al hecho de hacer las cosas de una manera determinada, porque los creadores no se lo han planteado”, explicó Córcoles, quien apuntó al miedo a los costos —que realmente, dice, no son altos— o al desconocimiento tanto de las normativas vigentes como de las buenas prácticas de diseño y desarrollo como causas más probables de este gran número de obstáculos con los que se encuentran las personas con discapacidad visual, auditiva, motoras o cognitivas cuando usan la tecnología.
Los expertos acuden al ejemplo de la arquitectura para poder mostrar cómo debe evolucionar la tecnología. Una rampa en un portal de un edificio no solo sirve para una silla de ruedas, recordaron, sino que también ayuda al vecino con el carrito de la compra o al que se rompe un pie y lleva una escayola. Lo mismo ocurre con la tecnología. “Tengo 47 años y pulso Control + para hacer la letra más grande por la presbicia; desafortunadamente, hay páginas en las que eso no funciona”, confensó el profesor de la UOC, que insistió en la empatía como clave para poder ayudar a que todas las personas usuarias tengan acceso a la información o a los servicios de manera digital.
Y, para ello, los futuros programadores o desarrolladores deben ver el beneficio de la accesibilidad. “Durante los cuatro años de carrera, los estudiantes pueden no cruzarse nunca con una persona con discapacidad, así que intentamos sensibilizarles”, dijo, en referencia al pódcast Despacho 42, que en su último programa entrevista a Juanjo Montiel, un desarrollador con discapacidad visual. Pese a estas acciones, Córcoles también destacó que la UOC es la segunda universidad de España con mayor número de estudiantes con discapacidad, después de la UNED, por la ventaja que supone para muchos de ellos que la formación sea en línea y por la adaptación que se ha hecho de los recursos educativos para que puedan seguir sus estudios con facilidad. Según una encuesta realizada por la UOC a sus alumnos con discapacidad, el 72.45 % de los estudiantes han escogido la formación en línea por la compatibilidad con las propias actividades y responsabilidades.
La tecnología: una aliada, no un obstáculo
La tecnología no siempre es un obstáculo para las personas con discapacidad. Todo lo contrario, defendió el experto. La mejora es patente, por ejemplo, en la vida de las personas ciegas, que con un teléfono móvil pueden comprobar el valor de los billetes que manejan en su vida cotidiana. O que, con los lectores de pantalla, pueden escuchar la información contenida en un web. Pero también hay dificultades. “A veces hay pasos atrás y surgen muchas frustraciones”, explicó Córcoles. La pandemia del coronavirus ha provocado nuevos y graves obstáculos para muchas personas. Es el caso de las mascarillas y su efecto en las personas sordas, que no pueden leer los labios de aquellas personas con las que se comunican y que, en el ámbito educativo, imposibilitan el avance de muchos niños y niñas. «Es una condena», afirmó.
Eso sí, el docente apuntó que, aunque puede que no sean muy utilizadas, los móviles tienen herramientas que transcriben los discursos orales. Otro ejemplo del mayor aislamiento que supuso el confinamiento es el de cualquier persona ciega, que antes hacía la compra en su barrio con la ayuda de vecinos y comerciantes, y que, sin contacto previo con la tecnología, no pudo ser capaz autónomamente de hacerla por Internet, pese a que muchos webs están adaptados. “Aprender a usar la web, aunque sea accesible, es más complicado si se tiene una discapacidad”, lamentó.
Mentalidad de futuro
No es cuestión de buscar la perfección, porque no existe, alertó el profesor. «La accesibilidad no se trata de si es completamente accesible o no, sino de una serie de graduaciones», remarcó. En algunos casos no sería viable, añadió, revisar todos las webs que llevan operativos desde antes de que comenzáramos a tener en cuenta la accesibilidad, pero sí cree necesario «pensar en los que hacemos nuevos y considerar qué hacemos para que todas las personas puedan acceder a toda la información». Córcoles apostilló que existen guías de todo tipo por parte de los propios sistemas operativos, los navegadores o dentro de la industria del software para poder crear aplicaciones y webs con estos criterios.
Aspirar a que las webs sean lo más accesibles posible “si diseñamos pensando solo en personas como yo o en personas prototipo, acabamos olvidando la gran diversidad de necesidades de las personas”, explicó el director del máster universitario de Diseño de Interacción y Experiencia de Usuario (UX) de la UOC, Enric Mor, en referencia al diseño universal en el que se enmarca la accesibilidad.
Una página web accesible, avaló, no solo ayuda a todas las personas a acceder a su contenido, sino que “si técnicamente está bien construida, los buscadores la indexan mejor y obtiene mejor posición en los resultados de búsqueda, tiene una mejor arquitectura de la información, navegabilidad y ofrece una mejor experiencia de usuario. ¡Todo el mundo gana!”, concluyó el profesor, quién afirmó que la accesibilidad debe conectar con conceptos como diseño centrado en el usuario, usabilidad, diseño de interacción y experiencia de usuario. Todas ellas, herramientas para que todos y todas, cada uno con nuestras características, podamos acceder a todo lo que nos ofrece la tecnología.