La nube se ha configurado como una de las tecnologías tractoras de la continuidad de los negocios durante la crisis de la COVID-19, también de las pymes. Su auge es imparable, pero, a pesar de que son cada vez más las compañías que se suben a ella, sigue habiendo grandes retos, como la ciberseguridad.
De hecho, un estudio realizado por GetApp pone de manifiesto que, para los directivos de estas pequeñas y medianas empresas, una de las principales preocupaciones es que el software en cloud tiene más posibilidades de ser atacado, aunque reconocen las ventajas que este tipo de herramientas les brinda a la hora de trabajar en remoto y compartir información con terceros.
A su vez, el 44% de los encuestados también considera que el software en la nube es útil para implementar herramientas de seguridad y TI, seguido de la gestión de proyectos (44%), el almacenamiento e intercambio de datos (41%), las finanzas y contabilidad (37%) y la asistencia y gestión de clientes (36%).
Todos estos productos que instalan las pymes, aseguran desde GetApp, suponen acceso a información de negocio, lo que prioriza la protección de los datos, cuya responsabilidad no solo recae en el proveedor, sino en la empresa poseedora.
Sobre cómo intercambian los datos de forma segura, el 44% asegura que únicamente intercambia información con software que encripta los datos; por el contrario, el 32% lo hace sin mantener esta medida de protección. Y, el 31% únicamente utiliza software cuyo centro de datos sólo se encuentra en su país, y el 26% realiza programas de formación y capacitación a sus empleados.
Por último, la gestión de accesos a las aplicaciones se ha convertido en esencial en estos últimos meses; cuatro de cada 10 pymes administran ellas mismas los accesos o características de la herramienta, mientras que un 30% opta por regular los permisos en base a lo que el proveedor propone, ya sea por su política de uso o por el costo del plan.
Por su parte, un 25% de las organizaciones indica que los trabajadores tienen acceso absoluto, lo que conforma, según el informe, un hábito de riesgo. Asimismo, en el 69% de las firmas, cada trabajador tiene su propia credencial, en el 26% una misma contraseña se comparte por un grupo de personas; y en el 5%, una única clase se comparte por el equipo entero.