Los mexicanos tenemos la idea equivocada de que nuestros datos no sirven. Somos tan descuidados al compartir datos personales: se nos olvida cerrar la base de datos de la empresa y le prestamos a cualquiera los datos de nuestros contactos o clientes. Pensamos que no va a pasar nada. Todo eso ha cambiado con las tecnologías de información y comunicación cuya materia prima son los datos, y con ellos, hacen mucho dinero.
La generación de valor a partir de los datos es una norma en el siglo XXI.
El gobierno es el mayor productor de datos, por ende, todos los datos que genera, publica, comparte o retiene son pagados con nuestros impuestos y, por ello, deberíamos tener acceso a ellos.
Podría hablar mucho sobre el tema, pero hoy, estimado lector, quiero llamar su atención sobre algunas prácticas para compartir datos gubernamentales con los ciudadanos e impulsar el desarrollo económico usando los datos.
La primera práctica serían las llamadas interfaces públicas. Las dependencias gubernamentales pueden proporcionar acceso a sus datos mediante el uso de portales. No como los conocemos, sino como “puertas de acceso” que permitan descargar registros, crear tendencias con datos históricos, compartir esos análisis con terceros e incluso hacer gráficas.
Por un momento, piense en los datos de tráfico vehicular; si usted es transportista o dueño de líneas de autobuses, le vendrían bien saber ¿cuáles son las rutas con menos flujo vehicular a determinadas horas? Esos datos los tiene el gobierno, junto con las empresas que tienen concesiones carreteras, y deben ser datos abiertos.
Una segunda práctica es la creación de intermediarios de confianza. Los datos gubernamentales junto con los datos privados pueden ser explotados si una universidad, una empresa privada o una startup los reúne, clasifica, organiza y pone a disposición del público. Organismos como el INAI, IFETEL entre otros organismos pueden servir como “puente de datos” entre ciudadanos y gobierno para explotar los datos públicos y hacerlos realmente accesibles, protegerlos y ser imparciales. Es preciso mover los datos para mover las economías de datos.
Una tercera práctica es la homologación de la presentación de los datos. Esto significa que los “responsables” de los datos se pongan de acuerdo para presentar de forma unificada conjuntos de datos. Siguiendo con el ejemplo del tráfico vehicular, una sola lista de calles en el país, aunque todas se llamen igual (diez calles Jose María Morelos, etc.) para poder crear conjuntos de datos que puedan ser aprovechados y entendidos para hacer negocios o mejorar las decisiones públicas.
Una cuarta práctica son las alianzas para hacer investigación y análisis de los datos. Comprometer universidades, centros de investigación públicos o privados para realizar investigaciones usando datos gubernamentales y crear nuevos conocimientos. Impulsar el uso de Inteligencia Artificial para determinar patrones de comportamiento en vialidades durante horarios pico, desviar el tráfico por otras rutas, generar rutas alternas en caso de situaciones de emergencia, etc., buscando siempre aprovechar los datos tanto del gobierno como los que genere el sector privado para el bienestar de la comunidad.
Una práctica más que le va a a gustar sería la de impulsar premios y desafíos para el uso de datos. Los hackatones de datos son un ejemplo de ello: se proponen problemas y se buscan soluciones usando datos. Esta manera de impulsar la competencia para generar innovaciones y probar hipótesis le otorga un enorme valor a los datos gubernamentales.
Estas cinco prácticas para usar los datos gubernamentales pueden combinarse o actuar por separado, pero en todo caso cumplirán su función: generar mayor riqueza y desarrollo, en lugar de tener los datos guardados, dormidos e inútiles. Hasta la próxima semana.
________________
El autor de la columna “Tecnogob”, Rodrigo Sandoval Almazán, es Profesor de Tiempo Completo SNI Nivel 2 de la Universidad Autónoma del Estado de México. Lo puede contactar en rsandovuaem@gmail.com y en la cuenta de Twitter @horus72.