La realidad virtual es el abuelo del metaverso. Quienes ya han probado la inmersión de los videojuegos y la realidad 3D, saben a lo que me refiero. El nivel de detalle que podemos “ver” sobre la historia de un edificio, sólo al mostrarlo a la cámara o apuntarla para señalar a un dinosaurio que se atraviesa en nuestro camino, es algo cotidiano cuando estamos dentro de esta realidad artificial. Sin embargo, la siguiente versión de este “mundo” parece tener una mayor inmersión y más peligros.
Comentaré los cinco peligros que encierra el metaverso, aun sin haberlo probado, pero que se desprenden tanto de la realidad virtual, el Internet de las Cosas, como de la visión 3D.
1. Hackear audífonos y micrófonos
Cualquier experiencia inmersiva requiere un hardware adicional: visor, micrófonos, audífonos; los dos últimos son los más comunes y por lo tanto los que será posible alterar o modificar. Al ingresar al mundo del metaverso, la transmisión de esta información no es fácilmente codificable debido a la gran cantidad de modelos que existen. En este sentido, los hackers tendrán todo el poder para guardar o modificar lo que circule a través de ellos, tan sólo con “aproximarse” a un hacker en este mundo virtual si no nos cuidamos.
2. Robo de datos biométricos
El metaverso requiere de una gran cantidad de datos para identificar a los usuarios, que sean los “dueños” del avatar y responsables de las interacciones, compra o venta de activos digitales dentro del metaverso. Para lograrlo, los datos biométricos son imprescindibles, desde la huella digital, el escaneo facial o de retina, serán fundamentales para determinar si una persona es realmente quien dice ser.
El problema es que estos datos mientras sean compartidos en el metaverso, tiene el riesgo potencial de ser robados o alterados y permitir el robo de identidad para cometer fraudes. Las empresas que están desarrollando las tecnologías de metaverso: Meta, Alphabet, ahora Disney, tendrán que garantizar la seguridad de esta información antes de abrir cualquier puerta a sus mundos.
3. Datos de comportamientos
El metaverso será el centro de las interacciones. Las empresas le apuestan a generar riqueza, impulsar el comercio de bienes y activos digitales, por lo tanto, se convierte en un lugar donde se guardan miles de interacciones, hábitos de compra, de ingreso, pasatiempos, lugares favoritos. Dado que ahora se podrá registrar la voz, el tono, la expresión fácil de “avatar”, la manera en que “camina”, la ubicación, etc. Todo este “perfil” dentro de la plataforma será aún más detallado, y por ello, el riesgo de “conocer” a las personas que lo usen se incrementa, para poder generar duplicados, robo de identidad o cualquier otro.
4. Privacidad Comprometida
Al ingresar en el metaverso cualquier interacción será grabada, medida y analizada, pero sobre todo usando Inteligencia Artificial, la cual buscará adelantarse a nuestros deseos, intereses, expectativas y acciones. Nuestra privacidad será comprometida por entero. No habrá nada que podamos ocultarle a las computadoras (salvo nuestro pensamiento) y tendremos que cuidar mucho lo que decimos o hacemos en línea, bajo la pena de ser exhibidos públicamente o penalizados.
El metaverso es un proyecto en construcción permanente. Igual que lo ha sido el Internet en las últimas décadas. Sin embargo, en esta nueva etapa de la red, quienes la usemos debemos estar conscientes de sus riesgos y buscar evitarlos. Seguiremos en el tema.
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El autor de la columna “Tecnogob”, Rodrigo Sandoval Almazán, es Profesor de Tiempo Completo SNI Nivel 2 de la Universidad Autónoma del Estado de México. Lo puede contactar en tecnogob@pm.me y en la cuenta de Twitter @horus72.