Cuando llegaron las redes sociales a los procesos electorales, comenzó la desinformación. Los políticos aprovecharon las redes para construir su realidad, su verdad, su propuesta. Muchos ciudadanos se identifican con estas ideas y las difunden con rapidez, creando burbujas de información para recibir solamente conceptos y juicios que comparten, pensando que es la única realidad.
Este nuevo proceso de comunicación nos saca de la realidad porque la conforman multitud de opiniones, consecuencias y problemas que no podemos evadir para tomar decisiones tan importantes como elegir un presidente, un gobernador o un alcalde.
La calidad de información a la que nos exponemos es crucial para interpretar el mundo. Las noticias falsas, la información sin comprobación, el aislamiento informativo producto de la tecnología nos obliga a analizar las redes de desinformación.
Hace unas semanas el expresidente estadounidense Barack Obama ofreció una conferencia en la Universidad de Stanford con este tema. Comentó que muchos factores han debilitado las instituciones democráticas, entre ellos la globalización, que ha acelerado la desigualdad social, haciendo que las personas se sientan traicionadas y enojadas contra las instituciones políticas.
La globalización es resultado del auge tecnológico: la posibilidad de compartir información de distintos países.
El expresidente Obama afirmó que las plataformas de redes sociales han acelerado la declinación de los periódicos y de otras fuentes de noticias, creando burbujas de información, profundizando las ideas de división en las religiones, el racismo y las culturas. “Decisiones que, intencionalmente o no, han hecho a las democracias más vulnerables”. Una vez descrito el problema, describe algunas propuestas.
La primera idea de Obama frente a la desinformación es que debemos crear nuevos modelos de un capitalismo más incluyente y equitativo. Lo cual es clave, no importa si cambiamos los contenidos de las redes, sino se resuelve el problema de fondo.
La segunda idea, se deben reformar las instituciones políticas de forma que permitan a las personas ser escuchadas y tener un impacto en las decisiones. En esto pueden ayudar las tecnologías de información y comunicación. “Estoy convencido de que una de las grandes razones de la debilidad de la democracia es el cambio profundo sobre cómo comunicamos y consumimos información”, aseveró Obama.
Tercera idea: las compañías tecnológicas no han creado las divisiones en la sociedad, no crearon el racismo ni los grupos supremacistas; estos ya estaban ahí. Lo que hicieron fue exponerlos, difundirlos y, por lo tanto, deben de surgir nuevas reglas para gobernar la distribución de contenidos que involucren juicios de valor.
Cuarta idea: “tenemos que atacar no solamente la oferta de información tóxica, sino también la demanda de esta información”, señaló el exmandatario. En efecto, se requiere una estrategia de regulación inteligente diseñada para juntar expertos, compañías tecnológicas y comunidades que puedan combatir este mal.
Quinta idea: las compañías tecnológicas deben ser más transparentes sobre cómo operan, cuánta conversación alrededor de la desinformación generan y qué personas la están consumiendo. De acuerdo con Obama: “Podemos esperar que las compañías estén sujetas a un cierto nivel de escrutinio”.
Destaco estas ideas que me parecen claves, aunque el expresidente mencionó otras que se quedan en el tintero como romper las burbujas de información, revitalizar el periodismo de investigación incluyendo el periodismo local más objetivo y menos ideológico, entre otras. Estoy seguro que muchas de estas propuestas son factibles para México; la desinformación es un mal que todos experimentamos y nuestra débil democracia requiere una vacuna.
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El autor de la columna “Tecnogob”, Rodrigo Sandoval Almazán, es Profesor de Tiempo Completo SNI Nivel 2 de la Universidad Autónoma del Estado de México. Lo puede contactar en tecnogob@pm.me y en la cuenta de Twitter @horus72.