Los primeros meses de la pandemia aceleraron la transformación digital de las empresas como nunca: nos hicieron cuestionar la forma en la que hacíamos nuestro trabajo diario, principalmente debido a que no podíamos realizarlo en una oficina tradicional.
De la noche a la mañana tuvimos que transformar nuestro piloto de home office en una realidad operativa, pero también fue necesario regresar a lo básico: asegurarnos de la confiabilidad y disponibilidad de los sistemas para que nuestro equipo pudiera atender a nuestros clientes de la mejor manera a través de la tecnología a nuestro alcance.
A partir de ese momento, los Chief Information Officers (CIO) nos enfrentamos a una nueva realidad que presentaba una mezcla de riesgos y oportunidades. Podemos estar en industrias diferentes, pero si algo aprendimos de este proceso transformador es que la tecnología es una prioridad y tiene que seguir siéndolo, ya que prepara tanto a compañías como a individuos para poder enfrentar cambios como los que hemos visto en los últimos años.
Los CIO somos responsables de crear valor de negocio a través de la tecnología y, ante el desafío de ir desarrollando proyectos tecnológicos conforme navegamos el día a día, debemos recordarnos una y otra vez que tenemos la obligación de impulsar la transformación de nuestras organizaciones, pero de forma segura.
Vivimos un momento emocionante para los procesos de transformación. Hoy, son nuestras mismas empresas quienes nos piden innovar (¡nos escucharon!), pero para lograr un cambio que tenga un impacto positivo en nuestras industrias, clientes y colaboradores, debemos asegurarnos de que la tecnología implementada tenga un propósito alineado al negocio.
La innovación no puede ser nada más una buena idea, un buen sistema o una buena presentación de PowerPoint para mostrar sus bondades: si no logras adoptarla y adaptarla al negocio, no tiene sentido.
Quienes aceptamos el reto, empezamos una transformación interna. Pasamos de ser un área de tecnología que trata de influenciar y apoyar al negocio, a ser un área de servicio conformada por coaches tecnológicos que invitan a las diversas áreas de la empresa a trabajar en conjunto. Los CIO tuvimos que aprender que no basta con conocer los requerimientos de las áreas, sino que era necesario abrazar sus objetivos para juntos encontrar la tecnología ideal para alcanzarlos.
Revisamos el valor que la tecnología otorgaba a nuestros procesos y pasamos de querer automatizar cada uno de estos a revisar si el costo era proporcional con los beneficios que se iban a obtener. Tomamos conciencia de que la tecnología no es valiosa por sí misma sino por cómo se aplica y cómo se aplica depende de cómo servirá al cliente final.
Mi experiencia en AT&T México, donde hemos enfocado nuestros esfuerzos en metodologías de agilidad que nos permiten reaccionar mucho más rápido a las nuevas necesidades de los mercados, nos ha permitido contar no solo con un gran volumen de datos, sino que estos nos sirvan para tomar las mejores decisiones.
Hemos entendido que, en esta nueva realidad, la data es valiosa siempre y cuando se pueda utilizar para tomar una decisión que ayude al cliente, en llegar a una solución a corto plazo que pueda generar valor.
Considerando lo anterior, cada uno de nosotros debe quedarse con la idea de que invertir en tecnología debe ser una prioridad para nuestro negocio, pero no en cualquier tecnología: tiene que ser la que sea más útil para nosotros y la que nos prepare mejor para adaptarnos a los cambios por venir. Recordemos que, de la noche a la mañana, nuestro quehacer profesional tuvo que realizarse de manera virtual, aunque fuese desde la mesa del comedor y, dos años después, nos encontramos en un esquema híbrido donde las oficinas cada vez están más ocupadas.
Nuestro entorno va a seguir cambiando, colegas, pero sabemos que será soportado por tecnologías con propósito y los profesionales a su cargo.
Jerónimo Diez de Sollano Velasco, Vicepresidente y CIO de AT&T México.