Ante la aprobación de una ley para impulsar el desarrollo y la producción de semiconductores en Estados Unidos, Arizona State University (ASU) se prepara para poner a disposición del gobierno de Joe Bien y los productores de chips, los alcances de sus investigaciones en torno al tema.
Basta recordar que el 9 de agosto del presente año, el presidente Joe Biden firmó la conocida Ley de Chips y Tecnología, que contempla más de 52 mil millones de dólares en subvenciones con el fin de ayudar a esa nación a ganar la “competencia económica del siglo XXI”. “El futuro de la industria de los chips está en Estados Unidos”, afirmó Biden.
A través de su modelo Knowledge Enterprises, que promueve la investigación, la innovación, las asociaciones estratégicas, el espíritu empresarial y el desarrollo internacional, ASU trabaja para conectar sus laboratorios especializados en el tema con la red de plantas estadounidenses en las que se elaboran los chips.
Al respecto, Michael Crow, presidente de ASU, dijo que las universidades han sido esenciales e integrales en todos los aspectos del desarrollo de la computación. “ASU es una institución fundamental, profundamente conectada con la industria de los semiconductores. Las primeras semillas del avance de ASU como una institución orientada a la industria y la ingeniería, mucho antes de que se convirtiera en una universidad, comenzaron en torno a la industria de los semiconductores. ASU ha desarrollado una de las escuelas de ingeniería más importantes del mundo. Tenemos materiales avanzados y una actividad de investigación igual a cualquier universidad del planeta”.
A pesar de los compromisos de Estados Unidos para impulsar la investigación y la innovación, la fabricación de microchips comenzó a trasladarse al extranjero a finales del siglo XX; actualmente, esa nación importa más del 90% de los chips que necesita para los bienes de consumo y la seguridad nacional, lo que, de acuerdo con expertos, propicia una brecha de la que ASU ha estado al pendiente por varios años.
Por ejemplo, Kyle Squires, decano de Ira A. Fulton Schools of Engineering de ASU, comentó que en su institución “hemos realizado inversiones y nos hemos enfocado en áreas que son directamente relevantes para la Ley de Chips a través de contrataciones, instalaciones, conjuntos de herramientas únicos y uno de los centros de ciencia y tecnología que están en línea con esto”.
Impulso al ecosistema local
Ante las inversiones realizadas en el estado de Arizona, sede de ASU, en empresas de microelectrónica, y con miras al impulso a la fabricación de semiconductores a raíz de la ley aprobada recientemente, Squires consideró que “lo importante de la Ley Chips es que brinda certeza”.
“Si eres una de las empresas que realiza estas inversiones, tener certeza abre muchas más conversaciones sobre lo que sigue en términos de expansión y, para los grandes jugadores como TSMC e Intel, significa el próximo paso en sus planes estratégicos”, ejemplificó el profesor de ASU.
Por su parte, Michael Crow se mostró entusiasmado por las oportunidades para la investigación que podrían llegar de la mano de la fabricación ampliada: “Lo que es esencial para Arizona no es solo la expansión de la fabricación, sino también la investigación, el descubrimiento y el desarrollo líderes para la innovación de lo que viene después”.
Más capital humano y más capacidad de investigación
“Tener la investigación y el desarrollo como parte de este proyecto de ley no solo reconoce la capacidad de la nación en innovación e investigación, sino que en realidad la respalda de una manera real y es un compromiso muy importante”, dijo la vicepresidenta ejecutiva Sally Morton , quien dirige ASU Knowledge Enterprise: “ASU ha estado planeando esto y ya se dedica a esto como universidad pública. Tenemos la capacidad de escalar la educación en todos los frentes, lo cual es muy importante para lograr el éxito”.
Se espera que los esfuerzos de ASU para apoyar esta ley traiga beneficios a largo plazo entre los que se cuentan el apoyo a todos los fabricantes de semiconductores en Estados Unidos y sus cadenas de suministro; desarrollo de capital humano para la industria, como la formación de más ingenieros y científicos de mayor calidad; ampliar las actividades y capacidades de investigación de la universidad; y competir para ayudar a convertir a Arizona en un centro nacional de investigación y desarrollo de semiconductores avanzados.