Continuando con el tema de gobierno y protección de datos, en la primera entrega comente cuatro fuentes de esta problemática: avance de las tecnologías; globalización y estandarización; falta de interés de los gobiernos en protección de datos; y el negocio de los datos de las empresas globales.
Ahora le comparto cinco realidades que no queremos reconocer y un par de propuestas de solución.
La primera realidad, es que nuestra información personal no está en nuestro país, ni siquiera en nuestra ciudad. Habita en alguna parte del mundo, en un servidor propiedad de cierta empresa global dueña de las plataforma –Alphabet, Apple, Microsoft– al cual no tenemos acceso más que cuando solicitamos algún dato. Nuestro gobierno no puede proteger, ni exigir porque no hay leyes internacionales que afecten la soberanía de otros países en la protección de datos personales. Al darle clic, estamos enviando nuestros datos a un servidor desconocido y desprotegido.
Una segunda realidad es que la mayoría de los gobiernos (si no es que todos) no pueden proteger sus propios datos porque están en otra parte del mundo, en un servidor anónimo que consume energía en otro país. Dependen de la tecnología extranjera y carecen de leyes que garanticen la seguridad de la información de sus ciudadanos y datos sensibles.
La tercera realidad: basamos la protección de datos en la confianza que hemos depositado en las empresas globales, no en los gobiernos. Hipotéticamente, si algún día Microsoft se enoja con nosotros y en un arrebato de furia hace explotar sus granjas de servidores, nos quedamos sin la mitad de respaldo de nuestra información, sin que nadie en México, Polonia o Egipto pueda demandar a dicha empresa.
La cuarta realidad es que las leyes que protegen los datos de los ciudadanos son obsoletas. Cada vez que se actualiza una tecnología, o se generan datos de una forma distinta, habría que actualizar las leyes. Este problema rebasa las leyes, sobrepasa la soberanía de los países, pero es un problema global que afecta a miles de millones de personas, sin que ningún congreso pueda ponerle límites.
La quinta realidad es que, aún teniendo las leyes actualizadas y disponibles, carecemos de la infraestructura o la tecnología para aplicar alguna sanción. ¿Qué inteligencia artificial podrá controlar a Microsoft? ¿Qué computadoras pueden penalizar con cerrar a Facebook y neutralizar sus sitios web en el mundo? Los estados-nación, a través de sus gobiernos, no han generado contrapesos legales o tecnológicos para hacer cumplir las leyes que puedan proteger los datos de ciudadanos y gobiernos.
Una vez vistas estas realidades, resta discutir un par de propuestas: Nos queda solamente impulsar la consciencia de esta problemática mediante la educación y la investigación, para que generemos en un futuro cercano límites institucionales, a través de organismos multi-laterales parecidos a la ONU, para controlar el uso de los datos y las tecnologías. Un segunda propuesta será impulsar el desarrollo de inteligencia artificial para construir una infraestructura que pueda contener una parte o toda una empresa de tecnología.
Ambas propuestas requieren, al menos, una generación de personas que puedan dedicarse a desarrollarlas y que en el futuro cercano puedan plantear una solución integral a este problema. Tendremos que esperar.
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El autor de la columna “Tecnogob”, Rodrigo Sandoval Almazán, es Profesor de Tiempo Completo SNI Nivel 2 de la Universidad Autónoma del Estado de México. Lo puede contactar en tecnogob@pm.me y en la cuenta de Twitter @horus72.