Tenemos que mostrar un código QR en el teléfono celular para ingresar en cualquier estadio de futbol en México. ¿Qué implicaciones tiene esta forma de identificación y la vigilancia masiva? Analicemos el caso.
Si bien la tecnología de Fan ID no es nueva, pues se ha venido empleando desde el 2014 en las olimpiadas de invierno en Sochi, Rusia, su utilización sí es novedosa en los estadios de futbol: recientemente en la copa mundial de Qatar en 2022 y anteriormente en los Juegos Olímpicos de Beijing.
Como podrá observar el lector entre líneas, verá que son países con rasgos autoritarios los que lo han implementado: Rusia, China, Qatar. No son las democracias tradicionales europeas, sino naciones cuyo control de sus ciudadanos es casi una norma.
Esta decisión política de tomar los datos biométricos de quienes asisten a los estadios no sólo está apoyada por estudios recientes que muestran una reducción de delitos en los estadios un 30% (Estudio FiFA, 2018), o bien, el estudio de la Universidad de Oxford que analizó la copa Árabe (2021), que ha reducido los incidentes violentos en un 50%.
Estos datos parecen apoyar la decisión de que es necesario el registro de los asistentes para inhibir la violencia porque los posibles incitadores a disturbios se sienten vigilados o monitoreados. Sin duda, las multitudes permiten cierto anonimato y las personas se sienten protegidas por dicha situación, pero cuando una herramienta tecnológica tiene un rostro que puede ser identificado por las cámaras de circuito cerrado (CCTV) al interior del estadio, la cosa cambia, tal vez una persona pensará dos veces antes de cometer un delito.
A pesar de estas ventajas, Fan ID tiene dos problemas: uno de ellos es que los rostros, nombres, apellidos y demás datos personales no están suficientemente protegidos por las leyes de distintos y países y pueden ser mal utilizados, comercializados o explotados impunemente.
En el caso de México, la empresa extranjera Incode es la que tiene bajo su administración y resguardo estos datos, lo cual lo hace todavía más riesgoso, al no estar sujeto enteramente a las leyes mexicanas.
Un segundo problema, es que el Fan ID y los rostros de miles de aficionados sólo podrán ser útiles en la medida que se combinen con suficientes cámaras y con un software de reconocimiento facial que permita identificar los rostros y fincar los delitos correspondientes. Sin estas condiciones es inútil tener una gran base de datos actualizada, pero que no pueda ser de utilidad en algún disturbio por falta de software o cámaras suficientes.
Desconozco cuántos estadios tengan la infraestructura mínima para ello, ni tampoco si el software de reconocimiento facial esté a disposición de las autoridades, y que tengan el entrenamiento para usarlo, en situaciones de riesgo. Lo cierto es que Fan ID puede ser una espada de doble filo: para ayudar a las autoridades en el control de multitudes y fincar responsabilidades, o bien, ser una base de datos ideal para cualquier control gubernamental que carece de contrapesos legales que limiten su actuación usando estos datos biométricos. ¿Qué opina usted?
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El autor de la columna “Tecnogob”, Rodrigo Sandoval Almazán, es Profesor de Tiempo Completo SNI Nivel 2 de la Universidad Autónoma del Estado de México. Lo puede contactar en tecnogob@pm.me y en la cuenta de Threads @horus72.