El cine de ciencia ficción se adelanta a la ciencia. Seguro recuerda a Tony Stark, el millonario que usa la armadura de Iron Man, dirigida por una inteligencia artificial llamada “Jarvis”.
Jarvis funciona por voz. Tony Stark le pide un inventario de armas; que controle su equipo de metralletas o lanzacohetes; que encienda los cohetes propulsores, etc. A través de una conversación con la IA puede preguntarle, interrumpirle, pedir opinión, y Jarvis responde con naturalidad y sarcasmo.
Jarvis acaba de nacer en el mundo real. Con el lanzamiento de dos nuevas inteligencias artificiales: la primera es de Open AI, que renueva el ChatGPT-4o –ahora agregando una “o” al final para indicar que es “omni”–, lo cual indica que capaz de recibir instrucciones mediante comandos por voz, de interpretar dibujos, ecuaciones matemáticas, código de computadora o de “leer o interpretar” el mundo real y explicarlo: como decir que acaba de pasar un taxi por la calle, o que esa estructura es la pirámide del Sol.
Una segunda IA es la actualización de Gemini Advanced de Goggle. Con los mismos comandos de voz, pero agregando asistentes personalizados (Gemas) que puedan monitorear el progreso de proyectos o hacer tareas repetitivas y mejorando su motor generador de videos e imágenes a partir de textos con la aplicación VEO.
Frente a estos avances le comparto cinco reflexiones. La primera es que ambos modelos requieren un detonador humano para iniciar sus acciones, no son autónomas para decidir “solas”. Aún falta para llegar ahí, como muchos piensan.
En segundo lugar, es evidente que el avance en la conversación es extraordinario. Su respuesta casi automática, sin retraso, y la posibilidad de interrumpirlas y retomar la conversación las hace casi como sostener una conversación con un humano.
En tercer lugar, la velocidad con la que procesan las respuestas, interpretan y contestan es sorprendente. No tenemos que esperar a que “piensen” aunque en efecto lo hacen. No obstante, no debemos olvidar que aún con estos avances todavía están entrenadas con una inteligencia artificial estrecha, es decir, limitada a un conjunto de datos finitos, por lo tanto, pueden responder con datos incorrectos, incompletos o aseveraciones equivocadas.
En cuarto lugar, estamos viviendo una guerra entre las empresas de IA para ver quien genera el modelo más rápido, potente, eficiente y cuya interfase con el ser humano sea la mejor y más comercial que las otras. Open AI, Arthopic, Alphabet-Google, Meta, están enfocados en desarrollar la mejor herramienta que sea líder en el mercado.
Finalmente, estos avances ya se comercializan, rebasando cualquier regulación o límite que se haya generado. La industria de IA va más rápido que los límites legales y ello puede ser un riesgo importante en el futuro próximo que no podamos detener.
Ya no se trata de ciencia ficción. Ahora puede usted tener un Jarvis por $350 pesos al mes para que la herramienta de OpenAI le ayude a efectuar distintas tareas, resuelva sus dudas y, sobre todo, controle su vida. ¿Quién está dispuesto?
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El autor de la columna “Tecnogob”, Rodrigo Sandoval Almazán, es Profesor de Tiempo Completo SNI Nivel 2 de la Universidad Autónoma del Estado de México. Lo puede contactar en tecnogob@pm.me y en la cuenta de Threads @horus72.