El ‘sharenting’ es la práctica de compartir imágenes de los hijos en redes sociales. Estamos hablando de padres poniendo en peligro a sus niños y le demuestro por qué.
Van primero los datos: En Europa, los papás comparten alrededor de 300 fotos de sus hijos al año, el 54% lo hacen en Facebook, 16% en Instagram y 12% en X (antes Twitter).
En España, según un estudio de AVG, el 23% de los menores ya tenía presencia en Internet antes de nacer, y el 81% antes de cumplir seis meses. Otra encuesta en ese país reveló que 89% de las familias compartía contenidos de sus hijos. En Francia, 53% de los padres publican fotos de sus hijos en línea: un niño aparece en 1,300 fotografías antes de cumplir 13 años. Está claro que las publicaciones de los menores reciben 41% más likes en comparación con las que no los tienen.
El problema es que, según el informe español Perfil del detenido por delitos relativos a la pornografía infantil, reveló que 72% de los agresores sexuales penados tenían imágenes cotidianas de menores de fuentes no comerciales, álbumes familiares o fuentes legítimas.
En Australia, al 3% de los padres con fotos publicadas de sus hijos les habían ofrecido dinero por más fotos; de ellos, a 60 personas les habían hecho preguntas de naturaleza sexual sobre niños que conocían; 38 fueron presionados por imágenes sexuales de niños que conocían; a 40 les pidieron este tipo de imágenes; y a 44 se les ofreció un pago por dichas imágenes. Esta información bastaría para que dimensionemos el peligro en que se encuentran los bebés.
El problema del sharenting es alarmante. Aunque no tengo datos de México o América Latina que compartirle, seguramente son semejantes a los datos europeos. El problema puede analizarse desde dos perspectivas: la primera es desde el punto de vista de los padres, que ignoran el riesgo al que someten a sus bebés cuando publican imágenes de ellos. Según la investigadora Leah Plunkett, del MIT, con una foto de cumpleaños se puede conocer el nombre del niño, la edad y fecha de nacimiento, con ello es posible obtener el número de seguridad social, lo cual es utilizado para robo de identidad.
Por el otro lado, están los derechos de privacidad de los menores. El hecho de publicar una fotografía en cualquier red social, deja una “huella digital” que lo marcará de por vida. Por muy ingenua o graciosa que sea la imagen, los menores no pueden defenderse de ello, y esto tiene implicaciones en el bienestar emocional y psicosocial de los niños.
Un estudio realizado con adolescentes demostró que existe una contradicción entre la imagen que ellos pretenden construir en su redes y la imagen que sus padres han construido por ellos por las fotos publicadas en el pasado.
Si bien existen pocas legislaciones para regular el sharenting en el mundo y ponerle limites tanto a los padres, como promover el respeto de los derechos de los niños y forzar a la industria al “derecho al olvido” para poder borrar imágenes incómodas, es poco lo que se ha hecho.
El avance más notable ocurre en Francia, donde recientemente se aprobó la Ley No. 2024-120 para introducir los derechos de imagen de los niños en el código civil, en la cual los legisladores protegen la privacidad de los menores y limita a los padres para no tener derechos absolutos sobre este aspecto de la vida de sus hijos. ¿Algún dia avanzaremos en México como ocurre en la legislación francesa? Mientras tanto, ¿qué tantas fotos de sus hijos comparte usted en línea?
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El autor de la columna Tecnogob”, Rodrigo Sandoval Almazán, es Profesor de Tiempo Completo SNI Nivel 2 de la Universidad Autónoma del Estado de México. Lo puede contactar en tecnogob@pm.me y en la cuenta de Threads @horus72.