La mayoría de los trabajadores móviles hoy en día deben repartir sus jornadas entre el trabajo de campo y la oficina, incluyendo en ocasiones un largo viaje de regreso donde comienzan a procesar finalmente, frente a la computadora y el teléfono, toda esa lista de tareas que se genera en su día a día.
Gracias a los smartphones, pueden estar comunicados e incluso tener acceso a Internet y al correo electrónico mientras están en su terreno de acción: calles, sucursales, oficinas de clientes, plantas y fábricas, depósitos, salones de venta, o viajando entre uno y otro de estos lugares, incluso con varios “tiempos muertos” enmedio. Sin embargo, tarde o temprano deberán sustraer parte de su tiempo para volver a la oficina y conectarse a los sistemas informáticos centrales de la empresa. Y es en ese momento cuando las aplicaciones de software empresarial se vuelven una atadura y le impiden a los empleados estar donde está la acción: frente al cliente.
Muchas organizaciones son conscientes de este problema, e intentan solucionarlo dotando a sus empleados de notebooks, además de teléfonos móviles. Pero el resultado, en la práctica, dista mucho del esperado. Para poder utilizar el equipo, se requiere de un lugar adecuado donde poder sentarse, abrir el equipo, encenderlo, conectarlo a una red —siempre y cuando se disponga de una buena cobertura—, iniciar las aplicaciones, ingresar nombres de usuario y contraseñas, etcétera. Este inconveniente se agrava cuando este mismo procedimiento debe repetirse una y otra vez a lo largo de la jornada, en distintos entornos, siempre cuidando de la duración de la batería. Además, el empleado debe portar otro equipo más, en muchos casos durante toda su jornada, cuidándolo de golpes y otras condiciones del entorno como suciedad, polvo, y humedad, con las dificultades que esto conlleva. Para la empresa, por otra parte, se traduce en un mayor gasto de adquisición, administración, seguridad, soporte y mantenimiento de equipos.
En muchos casos, entonces, la sumatoria de equipos no aporta una solución real y eficiente. Mientras tanto, el precio de la desconexión puede ser alto, no sólo para la fuerza móvil, sino para toda la organización. El usuario corporativo de hoy demanda un equipo que no sólo le facilite un acceso permanente a los sistemas y aplicaciones de la empresa, sino que además esté conectado en todo momento, sea liviano, fácil de transportar, y que pueda usarse en cualquier parte y en cualquier situación en la que se encuentre. En suma, un equipo de bolsillo que, con sólo un par de clics, le permita realizar su trabajo en lugar de dificultar una lista de tareas pendientes.
Este tipo de necesidades son las que tienen en cuenta los expertos e ingenieros a cargo de la fabricación de los nuevos equipos de cómputo móvil. A lo que se apunta es a ofrecer dispositivos que permitan no sólo estar comunicado y poder recibir y consultar información, sino además ejecutar tareas, ya que es aquí donde se ofrece hoy el diferencial en movilidad.
Por estos motivos, el futuro de los equipos móviles para trabajadores seguirá el camino de la integración de funciones y herramientas orientadas a la productividad, otorgando cada vez más libertad de acción a los trabajadores, que ya no se preocuparán por tomar nota de las tareas a realizar, sino de hacer su trabajo en donde estén.
Alfonso Caraveo es director de ventas de Motorola Solutions