Para los CIO que desconfían de la mayoría de las promesas tecnológicas, el cómputo en la nube hace sonar sus alarmas. Pero aquellos CIO que están teniendo éxito en la nube dicen que sus colegas deben ser igualmente escépticos respecto a los directores de TI que afirman que han reportado mejores resultados internamente y de manera más económica.
Eric Dirst, el CIO de la Universidad DeVry, tiene el cuidado de ser honesto con su equipo respecto a los costos reales de la TI interna. “Uno tiene que pensarlo bien. Tratamos de calcular el costo total de propiedad a diez años cuando hacemos una compra importante. No queremos reemplazar cosas cada dos o tres años”, afirma.
Una comparación honesta debe tomar en cuenta el costo de aprovisionar servidores y reemplazarlos cada tres años, además del costo de administrar los sistemas, los parches de seguridad y la recuperación de desastres. Esos están incluidos en la tarifa mensual de un servicio de cómputo en la nube, señala Dirst. Hasta ahora, la universidad utiliza aplicaciones de software como servicio (SaaS) para CRM, recursos humanos y el correo electrónico. Asimismo, ha implementado aplicaciones a la medida en Force.com de Salesforce.com y utilerías en Amazon Web Services (AWS).
Es difícil hacer comparaciones directas entre el cómputo en la nube y la TI interna, apunta Larry Bolick, CIO de Aquent, una firma de contratación de personal para servicios creativos.
En los últimos dos años, Aquent ha convertido más de 30 oficinas en Estados Unidos a un sistema telefónico basado en la nube y llevó su sistema de negocio central a la nube. En el proceso de cambiar el sistema ERP hecho en casa de la compañía a un modelo basado en Internet, Aquent lo pasó del centro de datos tradicional a hospedarlo en AWS. El software ahora corre en tres nubes de AWS – una en Estados Unidos, una en Irlanda y una en Singapur – para ofrecer una cobertura global.
Por su parte, James Staten, analista de Forrester Research, coincide en que las compañías tienden a subestimar el costo de la TI interna. “A menudo, las organizaciones sólo cuentan el gasto de capital, no los costos operativos, de modo que llegan a la conclusión errónea de que sería más barato hacerlo internamente”, advierte.
El Monstruo del Gasto deCapital
Actualmente, el cómputo en la nube es más popular entre las pequeñas y medianas empresas (PyMEs). Las grandes compañías tienden a ser más conservadoras, argumentando a menudo el tema de la seguridad. Eso cambiará conforme sus servidores lleguen al final de su vida útil y los CIO soliciten dinero para reemplazarlos, prevé Michael Hugos, consultor y ex CIO.
En ese punto, añade Hugos, “creo que se convierte en una discusión con el director de finanzas (CFO) sobre gastos de capital”. Los CFO pueden forzar el asunto de reemplazar las inversiones en equipo de TI con los costos variables del cómputo en la nube. Además de los costos directos, un CFO probablemente considere el costo de invertir capital en activos fijos como servidores, indica.
Y precisamente porque los consumidores están pidiendo a gritos fortalecer la seguridad en los servicios de nube, los proveedores de servicio invertirán en asegurarlos – al mismo tiempo, muchas empresas están recortando su inversión en seguridad de la información. “La idea de que la información que está en un servidor en mi centro de datos está más segura que en la nube es falsa”, argumenta Hugos. Detrás de este argumento, agrega, están los profesionales de TI tratando de evitar a toda costa perder su trabajo.
Debido a que muchos gerentes de tecnología tienen intereses personales en evitar esta ola de cambio, los CIO necesitan echarle un ojo a sus proyecciones de costos de personal, asevera Hugos.
Joe Weinman, ejecutivo de HP quien es uno de los voceros de HP sobre el tema de cómputo en la nube, predice una transición más gradual. “Creo que la mayoría de TI pasará a la nube por los clientes y las PyMEs”. Por otro lado, las grandes empresas tienen la disciplina suficiente en la administración de sistemas “que la idea de que un proveedor de nube logre mejores economías de escala es para mí difícil de creer”.
Para las grandes empresas que utilizan una infraestructura de nube pública tendrá sentido en casos especiales, como cuando pudieran tener ganancias al rentar un gran número de computadoras durante un corto periodo para realizar un cálculo intensivo rápidamente, sugiere Weinman.
Una compañía grande también podría usar los servicios de nube como una reserva contra la incertidumbre en caso de que un nuevo producto crezca rápidamente o una unidad de negocio se detenga, apunta Weinman. “Si bien usted está creciendo, es fácil decir que debería sólo comprar servidores y seguir desplegándolos. Pero si entra en un periodo de declive, esos activos son como zapatos de concreto”.
Los costos detrás de la nube
Dirst y Bolick coinciden en que el cómputo en la nube también puede tener costos ocultos e impredecibles. Bolick, por su parte, dice que subestimó la capacidad de los servidores en la nube que necesitaba para alcanzar un nivel aceptable de rendimiento porque cometió el error de tratar a los servidores en la nube como si fueran servidores físicos.
Ya que un servidor en la nube representa realmente una parte de los recursos virtualizados de memoria y de los procesadores de un grupo de servidores, su desempeño tal vez no sea lo que uno esperaría de un servidor dedicado en su centro de datos.
“Si hiciera lo mismo una vez más, esencialmente aceleraría el entorno en la nube. Después, una vez que lograra estabilizar el sistema, lo reduciría desde ahí”, señala Bolick. “Por supuesto, una de las bellezas de la nube es que fuimos capaces de aumentar el nivel rápidamente”, corrigiendo el problema de desempeño en pocos días.
Y cuando hace la transición a la nube, su modelo de costos debe permitir correr el sistema nuevo y el viejo en paralelo algunos meses, lo cual elevará los gastos.
Las organizaciones que han adoptado los principios de la arquitectura orientada a servicios estarán en la mejor posición de aprovechar las tecnologías de la nube, asegura Dirst, mientras que las que no lo han hecho podrían necesitar ponerse al día. Eso podría significar capacitar al personal, actualizar el middleware, o ambos.
Dirst admite también que subestimó los costos de administración y monitoreo asociados a las aplicaciones en la nube. Debido a que las herramientas tradicionales de administración de redes empresariales no hacen un buen trabajo en cuanto a dar seguimiento a las aplicaciones en la nube, su departamento ha tenido que crear sus propias rutinas de monitoreo para cuándo una aplicación en la nube – o la integración entre una aplicación y los sistemas empresariales – deja de funcionar.
“Eso normalmente cuesta más de lo que anticipamos”, agrega Dirst. Aún así, vemos un buen ROI, en combinación con la capacidad de ofrecer nuevas capacidades más rápido en el entorno de nube. Eso es particularmente cierto en las aplicaciones SaaS, que normalmente ofrecen nuevas características al instante dos o tres veces al año. Cuando un proveedor de software tradicional libera una nueva versión, normalmente pasan tres a seis meses antes de que DeVry pueda implementarla con confianza.
En la ecuación general de costos, “No tener que pasar por eso, como dice el comercial, no tiene precio”, concluye.