Microsoft presentará este año su esperado Windows 8, quizás en el último trimestre, y, como siempre ha ocurrido con las sucesivas versiones, correrán ríos de tinta y dólares en marketing y publicidad. Sin embargo, sólo el tiempo despejará la importancia de esta esperada versión que puede cambiar la forma en que trabajamos, jugamos e intercambiamos información: en realidad, la forma en la que nos relacionamos con los demás
Pero ¿qué importancia tendrá para el gigante de Redmon el esperado Windows 8?
En otros tiempos, la pregunta hubiera sido impensable, porque Windows era la piedra sobre la que descansaba la compañía. No sólo su mayor fuente de ingresos, también su icono.
Basta recordar la presentación de Windows 95, cuando la compañía gastó 300 millones de dólares en su lanzamiento para, por ejemplo, utilizar la canción de los Rolling Stones “Start Me Up” y era promocionado por nuevs estrellas como Jennifer Anniston o Matthew Perry.
Esos días pasaron y hoy sólo Apple podría lograr índices de popularidad similares para permitirse excesos de ese tipo y convertirse en centro de atención de la actualidad artística o cultural.
Sin embargo, hay muchos más intereses en juego y son, desde luego, económicos. Aunque resulte evidente que el próximo Windows 8 no alcanzará la importancia de varios de sus antecesores, en cuanto a ingresos, falta por comprobar si será capaz, al menos, de hacer remontar el vuelo de la división Windows.
Esta legendaria marca ha visto caer sus ingresos 6% durante el año pasado y se ha convertido, a su pesar, en la única gran área de la compañía que ha sufrido un descenso en su actividad. De hecho, ya ocupa la tercera posición, detrás del área Empresas, y de Servidores y Herramientas.
Incluso, podría ser superada por la división de Entretenimiento en unos meses, si ambas mantienen su evolución actual que han llevado al negocio Windows a registrar tres trimestres consecutivos de descensos.
Windows 8 se enfrenta, por tanto, al desafío de cambiar el signo de un área en clara decadencia y, sin ofrecer nada revolucionario a los habituales usuarios de PCs y portátiles, sí que presenta una extraordinaria cualidad, que podría convertirlo en la versión más importante de Windows en muchos años.
Su interfaz Metro, con la apariencia y funcionamiento de un Windows Phone, ha sido claramente diseñado para tablets, más que para ordenadores.
Esta puede ser la gran ocasión para que Microsoft dé el salto definitivo al mundo de la movilidad y ofrezca la posibilidad de trabajar con un Windows Phone 7 como si fuera el sistema operativo de un tablet.
Si Windows 8 lo consigue, sí será relevante para Microsoft, sobre todo para su futuro en el mundo de la movilidad, más que en el de los ordenadores tradicionales.