El robo de identidad médica es el acto de usar el nombre y la identidad de un individuo, incluyendo la información del seguro, para obtener atención médica o medicina de forma fraudulenta así como presentar facturas falsas. Una encuesta asegura que dicha actividad aumentó casi 20% respecto a hace un año.
La “Encuesta sobre Robo de Identidad Médica 2013” le preguntó a 43 mil personas en Estados Unidos si ellos o sus familiares habían sufrido este tipo de fraude y cuánto les costó. Casi 2% dijo que habían vivido el robo de identidad médica. De éstos, 42% dijo que tenían un seguro privado, 24% tenía Medicare o Madicaid (programas de seguridad médica) y 21% no contaba con un seguro, mientras que el resto de los encuestados citaron varias cuentas de ahorros para la salud, cooperativas y otros medios para pagar los costos médicos.
Más de una tercera parte de las víctimas del robo de identidad médica dijo que tuvieron que pagar un promedio de $18,660 dólares relacionados con los problemas derivados de los reembolsos a los proveedores de servicios de salud para pagar los servicios a los impostores, honorarios legales o gastos no incluidos en la cobertura.
La mitad de las víctimas dijo que no sabían que el robo de identidad médica puede crear imprecisiones en sus expedientes médicos permanentes, lo que podría incluso llevar a un mal diagnóstico y errores médicos en las prescripciones. Más de la mitad de las víctimas dijo que perdieron la confianza en su proveedor de servicios de salud después de la pérdida de su información médica. Sin embargo, la mayoría de las víctimas dijo que no tuvieron consecuencias financieras o de salud después de ser víctimas del fraude de identidad médica.
La encuesta, realizada por Ponemon Institute y patrocinada por la Alianza contra el Fraude de Identidad Médica con el apoyo de ID Experts, ofreció información sobre cómo se realiza el robo de identidad médica.
Cerca de 30% de los encuestados admitió haber permitido que un familiar utilizar su tarjeta de identificación personal para recibir servicios médicos y farmacéuticos, señala el reporte.
“Cincuenta y tres por ciento dijo que lo hizo una vez. Sin embargo, 21% no pudo decir cuántas veces compartieron su identificación”, señala el reporte.
Estos participantes en el estudio dijeron que compartieron de forma fraudulenta su información médica como una forma de ayudar a un familiar o amigo a recibir atención médica, creyendo a menudo que la persona a la que le dieron su identificación no podía pagar o no tenía un seguro. La encuesta reveló que la edad promedio de los encuestados que admitieron compartir sus credenciales médicas es de 40 años y tienen ingresos promedio de $45,801 dólares.
Aquellos que no compartieron sus credenciales médicas tenían en promedio 36 años con un ingreso promedio de $69,309 dólares. Cincuenta y ocho por ciento de quienes las compartieron son mujeres, mientras que en el grupo que no las compartió 52% eran hombres, de acuerdo con la encuesta. En cuanto al tipo de seguro, los participantes que tienen un seguro privado son menos propensos a compartir sus credenciales médicas que aquellos con un seguro provisto por el gobierno.
Veintiocho por ciento del tiempo, u miembro de la familia tomó la identificación personal o las credenciales médicas sin consentimiento. La mayoría de los incidentes del robo de identidad médica se derivaron de la información personal que se había robado, ya sea a través de una brecha de datos o que un empleado de la oficina del proveedor de servicios de salud la robó, aunque 14% dijo que “no sabían” cómo sucedió.
Los participantes en la encuesta dijeron que supieron que habían sido víctimas de este tipo de robo de identidad cuando descubrieron errores en sus expedientes médicos o vieron errores en los reportes de las aseguradoras y proveedores, o incluso a través de una carta en la que se exigía un pago. Algunas veces representó una “mala nota” en su historial crediticio.
Sólo 43% de las veces no se reportó el crimen, ya sea porque la víctima conoce al ladrón o porque creen que la policía no le ayudará. Un poco más de una tercera parte dijo que “no fueron afectados por el incidente o no querían hacer mucho escándalo”.
“Raramente la gente revisa sus expedientes médicos”, señala el reporte. Sugiere conseguir copias de los expedientes del proveedor de servicios de salud y comprobar la exactitud de las formas enviadas por las compañías aseguradoras.
“El reporte concluye que el robo de identidad médica es principalmente un “asunto familiar” que se deriva de compartir o robar la identificación personal de la gente que conocen. Esto no es algo nuevo, reconoce el reporte, pero da a conocer riesgos médicos y consecuencias financieras reales. La encuesta urge a las organizaciones gubernamentales y de salud a “mejorar sus procedimientos de autenticación para asegurar que los impostores no reciban los servicios y productos médicos”.
– Ellen Messmer, Network World