La capacidad de almacenamiento ha aumentado pero el sistema en el que se basa no ha evolucionado. Sigue siendo un medio magnético que se puede corromper, borrar o destruir, dando lugar a la pérdida de contenido. Investigadores holandeses pueden haber dado con la clave para evitarlo y poder dejar testimonio de nuestra existencia a generaciones futuras.
Los CD-ROM se desintegran y los discos duros pueden ser destruidos por una simple mota de polvo o por las cenizas de una hoguera, al modo de la gran biblioteca de Alejandría. Por eso, los antropólogos han tenido que conformarse hasta ahora con la lectura de las paredes de piedra, pintadas de jeroglíficos y no se ha descubierto una forma definitivamente segura de trasladar información para la posteridad.
Sin embargo, esta paradoja puede estar llegando a su fin si se confirman las informaciones de la publicación del MIT que afirman que el científico de la universidad holandesa de Twente, Jeroen de Vries, y su equipo, han diseñado y construido un disco capaz de almacenar los datos generados en más de un millón de años y resistir el paso del tiempo, según sus pruebas de aceleración del envejecimiento.
Los datos son almacenados en ceros y unos y debe existir una barrera de energía entre cada dígito que si se rompe corrompe los datos. De Vries y su equipo han utilizado cálculos científicos y matemáticos para determinar la energía térmica que sería necesaria para que este material durara un millón de años y mil millones de años, y la han situado en 63KBT y 70KBT, respectivamente.
“Estos valores están dentro del rango tecnológico actual”, aseguró De Vries.
Sobre la base de los métodos actuales
El disco es simple, en cuanto a concepto, y el método de grabación empleado no es muy diferente a la forma de hacer las cosas actualmente. Los datos se almacenan en el patrón de líneas grabadas de un fino disco de metal, igual que ahora, y luego se cubre con una capa protectora que evita que se traspasen las barreras energéticas mencionadas.
El metal empleado para el grabado es tungsteno, que fue elegido por su alta temperatura de fusión (6.191 grados F) y bajo coeficiente de expansión térmica. La capa protectora es nitruro de silicio, por su alta resistencia a la fractura y bajo coeficiente de expansión térmica también.
La primera prueba se realizó con códigos QR en líneas de datos de 100 nm de anchura y se aplicó calor a los discos, a varias temperaturas, para comprobar si se vulneraban los datos. En teoría, un disco capaz de sobrevivir a un millón de años debería resistir 1 hora a 445 grados Kelvin (341 grados F), lo que demuestra que los nuevos discos lo superarían sin problemas.
Sin embargo, la propia publicación del MIT también señala que el incendio de una vivienda destruiría uno de estos discos si estuviera en su interior, aunque la idea sería no almacenarlos en una casa u oficina, sino probablemente en bóvedas seguras, o tal vez en satélites espaciales, tipo Voyager. Ya enviamos al espacio esta sonda espacial en los años 70 con grabaciones de audio a 33 revoluciones por minuto, impresas con puntas de oro.
Esta puede ser la clave para inmortalizar nuestra civilización. Con tanto conocimiento perdido en etapas anteriores, ahora podemos dar un paso más allá de la ciencia ficción para que los arqueólogos que descubran estos discos, dentro de 10,000 años, sepan exactamente cómo éramos y puedan reírse o llorar.
– Redacción PCWorld