El incendio que hace algunas semanas se presentó en una de las subestaciones del Centro de Control del Sistema de Transporte Colectivo (STC) Metro de la Ciudad de México es un caso que muestra la importancia de preparar a las empresas para enfrentar una crisis y asegurar la recuperación de sus operaciones.
Esta pérdida dejó un impacto severo en las operaciones del transporte público de la Ciudad de México, el cual es considerado una infraestructura estratégica. Al interrumpirse su operación, se colapsó el funcionamiento cotidiano de la ciudad y sus habitantes; por lo cual, requiere de medidas de protección y mitigación robustas para minimizar el impacto de un incidente y asegurar una recuperación rápida.
Además de los daños al inmueble y las personas afectadas, se sabe que múltiples documentos vitales para la operación del STC Metro (y ahora para ayudar en las investigaciones de las causas) se encuentran dentro del inmueble afectado y no se pueden recuperar hasta que se permita nuevamente el acceso, demorando aún más la continuidad de las operaciones.
Toda gestión de crisis debe seguir un ciclo de preparación, respuesta y recuperación para que la atención del incidente sea expedita, eficiente y la recuperación se logre en el menor tiempo posible. En el caso del STC Metro, a pesar de que la respuesta posterior al incidente fue relativamente rápida, es evidente que no existía un proceso sistematizado de preparación y un plan de continuidad del negocio adecuado para un escenario tan grave como el presentado.
Es una realidad que nunca será posible eliminar todos los riesgos por completo, pero la adecuada identificación y tratamiento de aquellos con alto impacto y probabilidad de suceder, puede disminuir la afectación de un evento disruptivo en las operaciones. En el caso del Metro de la CDMX, parece que existen muchas áreas de mejora en este ámbito: una evaluación sistemática de amenazas y planes de tratamiento de riesgo deberían identificar posibles daños a gran escala y disminuir el impacto de incidentes. A la par, una planeación para continuidad de negocios habría facilitado el proceso de recuperación de cada ruta.
La situación dejó entrever que las entidades del gobierno de la Ciudad de México no cuentan con un plan robusto para prevenir y/o mitigar eventos potenciales de riesgo y las afectaciones a uno de sus activos de transporte más importantes: la red eléctrica que alimenta al STC Metro y sus sistemas de control. Tampoco parece que exista una estrategia de recuperación implementada con anticipación que fuera eficaz para suministrar energía eléctrica a las líneas del STC Metro e incluyera un plan preexistente para mantener los recorridos de los vagones de manera temporal o reducida, pero sin detener totalmente las operaciones.
Ante ello, la Comisión Federal de Electricidad y el Metro se han visto obligados a reconstruir la subestación en tiempo récord. Aunque es un esfuerzo loable, la premura de la construcción implica que las pruebas correspondientes también se harán de manera acelerada por lo que no hay certeza de que, al volver a energizar todas las líneas, se eviten picos de voltaje y potenciales daños a los equipos electrónicos y servidores de los centros de datos, agravando más el problema.
Las empresas en México pueden aprender del caso la necesidad de llevar a cabo acciones preventivas para reducir el impacto de incidentes en sus operaciones. El entrenamiento, implementación de medidas de mitigación y simulacros son elementos que ayudan en la etapa de preparación. Y durante la etapa de respuesta, una estructura sólida de gestión de crisis ayudará a diseñar medidas y planear a futuro para una pronta recuperación.
–Andrés García e Isaac Nava, Control Risks