¿Cómo se puede implementar la Inteligencia Artificial (IA) en el gobierno de México? Para responder a esta pregunta, retrocedamos unos 20 años cuando se impulsó el Internet en el sector público. No hicimos un plan, sino la política pública del Sistema Nacional e-Mexico para distintas secretarías de Estado, la pagina de Presidencia y la creación de los centros comunitarios de aprendizaje con acceso a Internet en lugares remotos utilizado por niños, jóvenes y adultos para aprender a usar esta tecnología.
Hoy en día esas generaciones son las que hacen transacciones a través de sus teléfonos inteligentes y buscan una mayor digitalización de servicios públicos y del gobierno electrónico.
¿Debemos hacer lo mismo para el caso de la Inteligencia Artificial? ¿Generar una política pública nacional adoptada por las dependencias gubernamentales de manera escalonada o simultánea?
No parece haber una sola respuesta a esta pregunta. Debido al rápido avance que ha tenido la Inteligencia Artificial en el mundo, es diferente al acceso de Internet de hace veinte años cuando el objetivo era romper la brecha digital. La IA aparece ahora de forma intempestiva y masivamente en lo que conocemos como ChatGPT.
Muchos gobiernos en el mundo tratan de contener la avalancha. No se sabe con claridad cuáles pueden ser las consecuencias al adoptar estas tecnologías en las distintas áreas de nuestra vida. Por un lado, se observan grandes ventajas; por otro, enormes riesgos que pueden llevar a un enfrentamiento humano-máquina que pareciera lejano e impensable.
Le comparto algunas ideas de mi investigación actual en este sentido. Por ejemplo, el gobierno del Reino Unido adaptó una agencia gubernamental que hoy se llama Centro de Ética e Innovación de Datos (CDEI), el cual está enfocado exclusivamente en promover el uso ordenado de la IA en el gobierno para tratar de entender su impacto en la sociedad. En este país también se creó un Instituto de Seguridad sobre IA para investigar las posibles limitaciones y impacto que tendrá la tecnología.
Un segundo ejemplo es el decreto que publicó la Unión Europea con una acta global que regula la IA para el gobierno y los negocios, donde establece un marco regulatorio de riesgos –alto, mediano, limitado, mínimo o de no riesgo– sobre el uso de esta tecnología, estableciendo una serie de actividades y funciones sujetas a regulación, que obligan a los desarrolladores y dueños de estas tecnologías como OpenAI, Arthropic, Meta, entre otros, para someterse a dicha normatividad, si desean implementar estas medidas.
Un ejemplo más es el caso de Estados Unidos, que ha publicado al menos tres documentos: una estrategia nacional de IA; un decreto gubernamental llamado Orden Ejecutiva para el desarrollo y uso seguro y fiable de la Inteligencia Artificial para regular su uso y varias agencias como la Oficina Nacional de Inteligencia Artificial.
En el caso de México, contamos con tres iniciativas: la Agenda Nacional Mexicana de Inteligencia Artificial publicada este año, desarrollada por el Senado de la República con ayuda de la UNESCO. La Ley de Regulación Ética de la Inteligencia Artificial y la Robótica, aprobada en 2023; y la Estrategia Nacional de Inteligencia Artificial del 2020.
Como puede observarse, para la mayoría de los países el objetivo es contener o controlar el uso de la IA en sus sociedades, muy pocos se enfocan en lograr que sus gobiernos la usen de forma ordenada, o bien, impulsen su uso en sus sociedades para detonar su desarrollo y generar riqueza.
Aún falta mucho para que los gobiernos se den cuenta de lo urgente que es convertirse en promotor de la innovación y del desarrollo más que en regulador de la sociedad.
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El autor de la columna “Tecnogob”, Rodrigo Sandoval Almazán, es Profesor de Tiempo Completo SNI Nivel 2 de la Universidad Autónoma del Estado de México. Lo puede contactar en tecnogob@pm.me y en la cuenta de Threads @horus72.