Durante el segundo trimestre del 2020, alrededor de 23 millones de personas estaban en teletrabajo en América Latina y el Caribe, detallan las estimaciones preliminares de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Esto representa entre el 20 y 30% de los asalariados que estuvieron, efectivamente, trabajando. Antes de la pandemia, esa cifra era inferior al 3% según estimaciones de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Este paradigma nos lleva a pensar que, para laborar desde casa, todo lo que se requiere es una computadora y una adecuada conexión a internet. Además, se debe analizar si estamos sumando amenazas con la incorporación de aparatos que utilizan energía eléctrica, a espacios que no estaban pensados para funcionar como oficina, es decir, el diseño de la instalación eléctrica de nuestros hogares fue planeado para funcionar de forma eficiente y segura de acuerdo con la demanda habitual y con los electrodomésticos tradicionales.
Identificar las nuevas amenazas energéticas que han surgido con el teletrabajo, nos permite gestionar los riesgos de mejor forma. Hacer ajustes no requiere de una inversión grande y puede significar incrementar la seguridad del hogar, al mismo tiempo que se aplican mejores prácticas energéticas.
El incremento en dispositivos que requieren conexión eléctrica, sumado a la carencia de tomacorrientes, ha incrementado el uso de extensiones o regletas. Este tipo de recursos son aceptables y seguros si se usan correctamente, pero pueden convertirse en una amenaza cuando se excede la cantidad de aparatos conectados a la vez y se ha perpetuado el uso de recursos que debieron ser temporales.
“Se debe tener el conocimiento que el uso inadecuado de las instalaciones eléctricas y fuentes de poder pueden ocasionar, en el peor de los casos, incendios o restarle tiempo de vida a los dispositivos electrónicos; por lo que es necesario supervisar el funcionamiento y no sobre conectar equipos y hacer evaluaciones periódicas para evidenciar si hay tomacorrientes e interruptores defectuosos”, indicó Mario Maldonado Svensson, vicepresidente de la unidad de Secure Power de Schneider Electric México y Centroamérica.
Para la protección de la computadora, impresora u otros dispositivos eléctricos que se emplean en el espacio de trabajo, se recomienda instalar un supresor de electricidad, que se encarga de recibir la descarga eléctrica en caso de haya un pico, evitando así que los aparatos eléctricos se dañen. Los supresores pueden instalarse en la caja de breaker, con la ayuda de un electricista certificado, o directamente en el equipo que se va a proteger. Además, se puede prever un doble blindaje utilizando una regleta supresora para conectar los aparatos a los tomacorrientes.
Otro recurso muy útil es la incorporación de una fuente de alimentación interrumpida o UPS por sus siglas en inglés, que permite a las personas instalarla fácilmente en cualquier lugar de la casa, conectar los aparatos electrónicos favoritos o que más utiliza y contribuir a una energía limpia. Además, es muy accesible y está disponible en diversos tamaños, según los requerimientos de cada hogar.
“Incluso cuando se levanten o se modifiquen las restricciones, algunas empresas ya están planeando el continuar con el trabajo desde el hogar por su rentabilidad y beneficios para la calidad de vida de los colaboradores. Por eso, es crucial identificar peligros y gestionar riesgos relacionados al home office, contar con medidas preventivas e inversión en equipos de protección energético permitirán tener espacios seguros de trabajo en el hogar”, concluyó Maldonado Svensson.