Nos hemos acostumbrado a llamar “computadoras” a cosas que, hasta hace poco, eran solo objetos cotidianos. El mejor ejemplo: los automóviles. Con más líneas de código que un avión de combate y, en algunos casos, más silicio que acero, los autos modernos son verdaderas computadoras sobre ruedas. Y no están solos: refrigeradores inteligentes, relojes, termostatos y hasta lavadoras han dado el salto digital. La tecnología ya no está solo en nuestras manos, está en todas partes, transformando lo cotidiano en inteligente.
Paradójicamente, en plena era digital, seguimos sin reconocer el verdadero valor de los espacios que hacen posible nuestra conectividad. Los data centers —el corazón silencioso del mundo digital— suelen ser percibidos de manera reduccionista: para unos, simples bienes raíces; para otros, solo infraestructura de TI. Esta visión fragmentada ignora que los data centers no son solo edificios ni solo computadoras, sino ecosistemas integrados y estratégicos donde convergen tecnología, infraestructura y visión de futuro. Es momento de repensar su valor y darles el lugar que merecen en la conversación sobre innovación y transformación digital.
El Data center como una unidad de cómputo
Aquí es donde la IA —y especialmente la computación acelerada— se convierte en un punto de inflexión. La explosión de cargas de trabajo, impulsadas por modelos con billones de parámetros y clústeres de GPU que consumen más de 100 kW por rack, está rompiendo los esquemas tradicionales.
Jensen Huang, CEO de NVIDIA, ha argumentado que el data center es ahora una unidad de cómputo con una evolución convincente: Chip → Servidor → Rack → Fila → Sala → Data Center. Cada capa es una máquina más integrada y optimizada, no un conjunto suelto de piezas.
En tanto, 451 Research y otros expertos han ido un paso más allá: nos invitan a dejar de ver al data center como un simple edificio y empezar a entenderlo como lo que realmente es: una máquina y no un edificio. La próxima gran unidad de cómputo. Y como toda máquina, debe tener planos precisos, tolerancias bien definidas y métricas claras de rendimiento. No se improvisa, se diseña, se mide, se optimiza, se replica. Porque solo aquello que puede medirse, puede mejorarse, y solo lo que se diseña con intención, puede escalar con impacto.
La convergencia es inevitable
El camino hacia los data centers autónomos comienza a parecerse al de los autos autónomos: más largo de lo esperado, pero con un considerable avance. La infraestructura se está volviendo inteligente, y el data center está evolucionando de edificio a máquina.
Ya sea que los llamemos edificios, fábricas o computadoras, con el tiempo se convertirán en semántica. Lo importante es reconocer en qué se han convertido: sistemas inteligentes e interconectados, diseñados para ofrecer IA a gran escala.
Por: Martin Olsen VP de Estrategia y Planificación Global de Productos