La Recuperación ante Desastres (DR, por sus siglas en inglés) nació como concepto asociado a la destrucción de un centro de datos, normalmente por desastres naturales o accidentes graves (terremotos, huracanes, incendios, ataques terroristas, etc.).
Para garantizar la continuidad de los procesos de TI sobre los que se basan los procesos de negocio de muchísimas empresas (y los servicios públicos de poblaciones, regiones o naciones enteras), se hizo necesario desarrollar un conjunto de tecnologías y soluciones basadas en la existencia de centros de contingencia, replicación de datos y sistemas de orquestación para la puesta en marcha automática de servicios.
Con el tiempo, el uso del término “Recuperación ante Desastres” ha evolucionado y ha pasado a incorporar dos importantes matices:
- DR se refiere a la recuperación no ya de un centro de procesamiento de datos (CPD) completo, sino de cualquier sistema sobre el que se base un servicio TI.
- El CPD de contingencia ha dejado de ser un centro remoto de una empresa o institución, para ser sustituido de forma general por “la nube” (al final, un conjunto de CPDs de proveedores de infraestructuras, plataformas y software como servicio).
Sin embargo, hoy la esencia del DR sigue siendo la misma: la continuidad de los servicios de TI en centros remotos.
Pero si miramos al futuro inminente, la evolución de las tecnologías de TI y su implantación masiva en nuestra sociedad mediante el Internet de las Cosas (IoT) nos permite prever una siguiente vuelta de tuerca en el concepto, de forma que el DR se convertirá en la continuidad ubicua del servicio. Porque una gran parte de los servicios de TI se basará en la nube, o incluso en los dispositivos móviles; de forma que diferenciar lo local y lo remoto será cada vez más difícil.
Si queremos estar preparados para lo presente y lo futuro, debemos tener en cuenta entre otras cosas:
- La continuidad de servicio no es un servicio TI en sí: es estrategia. Y requiere el compromiso de la gestión empresarial al más alto nivel. No todos los servicios de TI son igual de importantes: establecer un mapa que los relacione con los procesos de negocio ayudará a tomar decisiones y a ahorrar costes y riesgo.
- La continuidad del servicio conlleva un costo. Podemos aplicar al mundo de los SLAs (acuerdos de nivel de servicio), si se me permite el anacronismo, el principio de incertidumbre de Heisenberg. El producto del tiempo de indisponibilidad de un servicio y el costo de su continuidad es una constante. Para asegurar un tiempo de indisponibilidad cero (infinitos 9s), el costo es infinito. Es decir, debemos saber dónde invertir nuestros recursos en TI, para apoyar los procesos de negocio o los servicios más críticos.
- La no-continuidad del servicio conlleva un riesgo. En imagen pública, en competitividad o en penalizaciones legales en caso de una empresa, en disminución de calidad, incluso daños a personas o comunidades en el caso de instituciones públicas, como los cuerpos de seguridad o la sanidad.
- La “nube” requiere de centros remotos. Al fin y al cabo, la nube está formada por CPDs de otras empresas. Nuestro propio CPD puede actuar de centro de contingencia de los servicios IT que se ejecutan directamente en la nube, incluyendo el Software como Servicio.
- IoT es el futuro; los teléfonos y tabletas el presente. Los dispositivos móviles no son sólo un medio de presentación de información, desde hace tiempo poseen potencia de cálculo y almacenamiento para producir datos e intervenir como factores decisivos en procesos de negocio. Incluirlos en la estrategia de continuidad de servicio es necesario en nuestros días.
Hacer realidad la continuidad de servicios, como cualquier otro aspecto estratégico de TI, requiere contar con socios tecnológicos. La TI es cada vez más compleja. Haciendo una comparación con el entorno de la salud: una empresa o institución mediana puede contar con personal sanitario, pero ninguna se plantea tener su hospital propio. Toda empresa que desea llevar adelante este aspecto de estrategia de TI necesita de socios tecnológicos que establezcan relaciones a largo plazo, basadas en visiones de futuro que hagan mejorar continuamente la tecnología a la vez que garantizan de forma ética una evolución sostenible.
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El autor de este artículo, César Funes, es Director de Enterprise SE en Commvault.