La confianza en el liderazgo y la integridad de los directivos es fundamental para el éxito y la reputación de cualquier empresa. Sin embargo, las estadísticas muestran que dos de cada 10 directivos participan en actos poco éticos. Esta preocupante realidad plantea una pregunta crucial: ¿por qué es tan importante evaluar la integridad de las personas en todas las etapas de la vida de la empresa?
Desde el momento en que una persona es considerada para un puesto en la empresa, su historial ético y su compromiso con los valores de la organización deben ser cuidadosamente evaluados. “La razón es simple, la integridad, o la falta de ella, puede influir directamente en la conducta y las decisiones de un empleado en todos los niveles jerárquicos, y los actos deshonestos representan un alto costo para la rentabilidad y el ambiente de las organizaciones”, señala Fernando Calderón, managing director de la empresa de pruebas laborales Midot.
A medida que los empleados crecen en la empresa, su honestidad continúa siendo un aspecto crucial; sin embargo, tan sólo en México, las prácticas deshonestas aparecen desde el proceso de contratación: una de cada dos personas miente en su currículum.
La falta de integridad no se queda a nivel de las contrataciones, puede haber actos fraudulentos a nivel directivo que socavan con mucha mayor fuerza la confianza en el liderazgo, afectan la moral del equipo y ponen en riesgo la sostenibilidad de la empresa.
De acuerdo con el reporte global “Occupational Fraud 2022: A Report to the Nations” de la Asociación de Certificadores de Fraude (ACFE por sus siglas en inglés), los propietarios, ejecutivos, managers y empleados son los mayores responsables de cometer fraude en las empresas, debido a la falta de controles internos.
Es especialmente preocupante que, aunque los propietarios y ejecutivos son responsables de sólo el 23% de fraudes laborales, provocaron las pérdidas más grandes en 2022, con una media de USD 337,000 (aproximadamente 337 millones de pesos). Esta cifra revela la falta de ética en posiciones de liderazgo y el alto costo asociado a estos actos: los fraudes cometidos por líderes empresariales tienen un impacto financiero significativo en las empresas y su capacidad para operar de manera efectiva.
En opinión de Fernando Calderón las tres principales características para que una organización sea considerada íntegra y ética son: Cumplimiento de leyes, reglas y regulaciones; transparencia en todo lo que se hace, y actuar con responsabilidad frente a colegas, clientes y proveedores.
Garantizar que los colaboradores, de cualquier nivel, cumplan con estos requerimientos se puede lograr a través de la aplicación de evaluaciones continuas de integridad. Las políticas de ética deben ser claras y aplicadas de manera coherente en todos los niveles jerárquicos; además de promover la capacitación en ética y la cultura de transparencia, puntualiza el directivo.