Las empresas, los políticos, los anunciantes, los medios de comunicación, hasta el papá y la mamá se pelean por ser escuchados y atendidos por distintos públicos. La lucha por las audiencias es brutal.
Hace unos años la pelea de Google fue por el buscador en Internet: ¿quién tiene más búsquedas? ¿quién es el más buscado y por lo tanto aparece en primeros lugares? Hoy en día, la empresa dueña de Google, Alphabet, se debate entre quién tiene la mejor Inteligencia Artificial: si ellos usando Gemini o la empresa Open AI con ChatGPT4.
Las televisoras se debaten entre los canales de streaming que deben “vender” las señales de eventos deportivos para tener mayor audiencia. ¿Quién será mejor la televisión abierta o las empresas de streaming: MAX, Amazon Prime o Netflix? ¿Quién tendrá más televidentes cautivos?
En el medio del cine, ni se diga, la lucha es encarnizada: salas tradicionales contra los teatro en casa reproducen películas en renta o streaming. ¿Qué es mejor: esperar la renta de la película desde la comodidad de casa o verla en pantalla grande del cine con todos los costos que ello implica?
La prensa tradicional y los medios digitales se debaten por las audiencias. Los que buscan lecturas rápidas, noticias veloces que se pierden fugaces al momento, o la reflexión serena y pausada que otorgan las letras de un diario o la nota de un reportero inteligente. ¿Cómo ganar ese público? ¿Es suficiente la nota amarillista o la narrativa polarizante del político en campaña? ¿Cómo atrapar al público por más de un minuto y mantener su atención?
Finalmente, todas las audiencias y públicos pasan por el teléfono celular, la tableta o el portátil. Eso es lo importante: el medio donde vemos todos esos contenidos. La pelea por las mentes, ojos y oídos del público ocurre todo el tiempo, todos los días el bombardeo es incesante. Desde mi perspectiva, estas batallas ocurren en tres niveles.
El primer nivel donde ocurre el combate es en la lectura. Leemos más, pero entendemos menos. Leemos “más rápido” mensajes cortos, audios cortos, videos cortos y creemos captar o entender más por lo masivo de esa información, pero en realidad esta “velocidad” nos hace que las batallas por la audiencia se pierdan y se ganen rápidamente.
Un segundo nivel donde ocurren los combates por las audiencias es en el significado. Todo parece “normal” y superficial. Nada impacta. Ni el político que dice el peor discurso, la política pública más absurda contra la decisión gubernamental más lógica y cuerda. No parecen tener impacto: construir un significado en nuestra vida. Todo lo crucial e importante deja de tener sentido porque es aplastado por toneladas de datos, juicios, informaciones falsas donde se pierde lo trascendente.
Un tercer nivel donde combaten por las audiencias es la memoria. Nadie parece recordar lo que vivimos hace un par de años (pandemia). Hace un par de décadas (alternancia política) o el fin de un sistema político el siglo pasado (la caída del muro de Berlín). El presente parece ser lo único que existe. Sin pensar en lo que llevo a su construcción. Nadie recuerda la historia, a los héroes, al pasado. Sólo lo que existe en línea es lo que importa.
Si es así como sobrevivimos diariamente en medio de estas batallas de las que somos testigos, me pregunto: ¿cómo será la lucha por las audiencias en la era de la inteligencia artificial?
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El autor de la columna “Tecnogob”, Rodrigo Sandoval Almazán, es Profesor de Tiempo Completo SNI Nivel 2 de la Universidad Autónoma del Estado de México. Lo puede contactar en tecnogob@pm.me y en la cuenta de Threads @horus72.