Durante la segunda década del siglo XXI, es fácil pensar que el éxito profesional ya no depende del género y la raza. Pero Marisa Fagan sabe lo que es ser una mujer en la industria de la seguridad, y no es la utopía de la igualdad que algunas personas podrían esperar.
Para tener éxito en el ámbito de la seguridad, dice Fagan que ha tenido que tomar decisiones difíciles a las que difícilmente se enfrentarían los hombres. Un ejemplo de esto es una reciente columna publicada en el blog Cranky Product Manager sobre el hecho de que las mujeres tienen que lidiar con una “cultura de fraternidad”.
“El artículo señala que los empleos en tecnología requieren largas horas y es más probable que un hombre pueda mantener ese ritmo, y por tanto un gerente quiere contratar a más hombres”, dice Fagan.
“Yo siento los efectos de este dilema todos los días cuando elijo trabajar o viajar o asistir a conferencias sobre desarrollar más aspectos de mi vida familiar. Todos tienen que hacer sacrificios para avanzar. No me aventuraré a decir por qué más hombres elijen este sacrificio que las mujeres”.
También ha descubierto, para su decepción, que las conferencias de seguridad a las que asiste son dominadas por los hombres.
“Cuando voy a una conferencia, con frecuencia soy la única mujer en el salón”, dice. “Puede haber momentos incómodos cuando se es la única mujer del grupo cuando se va a un bar después de las sesiones. Siempre hay un acto de equilibrio en mi mente entre querer perderse las valiosas relaciones que se forman en el bar, y no querer ponerse en una situación indigna. Aunque creo que problemas como estos disminuirían si hubiera más mujeres en seguridad. Es la naturaleza humana luchando con el profesionalismo”.
“Los investigadores dicen que el problema del pequeño número de mujeres en tecnología sucede en la preparatoria. Yo no estoy de acuerdo. Yo fui una de las pocas mujeres afortunadas en ser reconocidas en la comunidad a la edad de 15 años, y nunca ha habido duda de lo que haría”, dice.
A pesar de los desafíos y las situaciones incómodas con las que se ha topado, Fagan ha seguido adelante, convirtiéndose en la mujer más respetada en el mundo de la seguridad.
Lo mismo que Erin Jacobs, quien eligió librar la batalla de los géneros en parte al aceptar su imagen de rubia y femenina. En Twitter se conoce como @SecBarbie. Su avatar y la imagen de su blog son una muñeca Barbie con un cinturón de dinamita.
“Ser una mujer en la industria de la seguridad puede ser complicado, pero principalmente cuando se encuentra uno con la adversidad de los estereotipos”, asegura. “Si una mujer es competente, trabajadora y ambiciosa, la mayoría de los estereotipos caerán por sí mismos”.
Desde la perspectiva de Jacob, la parte más complicada de ser mujer en la industria de la seguridad o en la administración ejecutiva ha sido no ser invitada a ciertos eventos, como juegos de golf, cenas y eventos deportivos, por temor a que una mujer en el grupo pueda hacer sentir incómodos a los miembros de “la fraternidad”, asegura.
“Las relaciones se establecen en este tipo de eventos”, comenta, “y atravesar la puerta llevando tacones altos puede ser difícil, pero con la aserción correcta y la comunicación adecuada puede manejarse sin problema”.
Para ser justos, ser una mujer en el área de la seguridad informática tampoco es el infierno siempre. Leigh Hollowell, una analista de seguridad de Trustwave, dice que el ánimo que recibe de los profesionales de la seguridad – hombres y mujeres – la ha impulsado.
“Estos amigos, grupos de asesoría de la Universidad y un entorno académico abierto y estimulante me dieron un lugar en el que me gustaría esforzarme, e incluso probar cosas nuevas”, señala. “Sin este tipo de entorno y los increíbles mentores con los que tengo contacto, estaría hoy en un área totalmente distinta”.
