“Hasta que la gente no vea a los robots matar a personas por la calle no se entenderán los peligros de la Inteligencia Artificial”. Estas apocalípticas palabras fueron pronunciadas por Elon Musk hace escasamente un año. El carismático líder de Tesla ha sido uno de los grandes defensores y evangelizadores de la ética y la problemática que puede desentrañar esta tecnología en la sociedad. Incluso llegó a redactar unas misivas, junto con otros científicos de la talla de Stephen Hawking, para alertar sobre las consecuencias de un mal uso a gran escala. Asimismo, ha sido uno de los principales fundadores e inversionistas de la organización OpenAi, que nació al calor de este nuevo y “peligroso” panorama. Hasta ahora, que ha decidido abandonar el grupo.
Sin embargo, Musk ha estado jugando al “despiste” todo este tiempo. Sus palabras no se correspondían con sus hechos y a cada frase nueva –llegó a decir que se podría desencadenar la tercera guerra mundial y que Naciones Unidas debería tomar cartas en el asunto– ha iniciado un proyecto nuevo. Cabe recordar que antes participó en múltiples desarrollos, desde coches autónomos hasta una investigación con redes neuronales, lo cual irritó a gigantes como Google o Facebook que llegaron a tachar de “irresponsable” al directivo.
Pero, finalmente Musk se decidió a abandonar la junta directiva de OpenAI con el objetivo de evitar cualquier tipo de conflicto que chocase con los intereses de sus empresas. En cualquier caso, continuará asesorando al grupo y seguirá participando económicamente.
El último trabajo de OpenAI se basaba en un informe que exponía cómo la Inteligencia Artificial está ya siendo explotada por Estados, delincuentes y terroristas. Y en las próximas fechas publicará un estudio sobre las políticas necesarias para garantizar una ciencia que sea “benéfica para toda la humanidad”.