La equidad de género en el entorno laboral ha sido un tema candente durante décadas, con empresas y gobiernos de todo el mundo estableciendo políticas para abordar la disparidad entre hombres y mujeres. Sin embargo, la equidad de género va más allá de implementar políticas y cumplir con una cuota numérica.
Se trata de crear un ambiente donde todos los individuos, independientemente de su género, tengan igualdad de oportunidades y sean valorados –realmente– por sus habilidades y contribuciones individuales.
Reflexionando sobre mis 25 años de experiencia trabajando en el mundo corporativo, doy fe de los desafíos que enfrentan las mujeres por ser valoradas por sus capacidades en entornos predominantemente masculinos. Empecé mi carrera en IBM, donde trabajé en un departamento de marketing con una presencia significativa de mujeres, pero al trasladarme a otras empresas en el sector de tecnología, donde la mayoría de mis colegas eran hombres, experimenté un cambio en la dinámica.
En entornos laborales dominados por hombres, me vi constantemente desafiada a demostrar mis habilidades, enfrentando expectativas y prejuicios sobre las capacidades de las mujeres en roles técnicos y de liderazgo. Me cuestioné más de una vez el porqué de esa necesidad de demostrar, de por qué esto me significaba a mí un esfuerzo adicional. Y fue ahí cuando comprendí que, en vez de demostrar, el encontrar mis superpoderes individuales era lo que realmente me llevaría al éxito en un entorno donde el liderazgo masculino predominaba.
Desde la perspectiva empresarial, considero que las organizaciones desempeñan un papel fundamental en la identificación y reconocimiento de estos superpoderes, como parte de su compromiso con la equidad de género. Esto implica avanzar hacia la formación de equipos basados en las capacidades únicas de cada persona, en lugar de cumplir con cuotas numéricas predefinidas.
Por ejemplo, al observar la composición de mi equipo de liderazgo, me reconforta ver que el 50% son mujeres. Aunque –insisto– no soy partidaria de formar equipos basados únicamente en cuotas de cumplimiento, reconocer que tenemos una representación justa basada en las capacidades individuales de cada uno me deja en paz, ya que sé que contamos con una variedad de perspectivas que contribuyen a la solidez y efectividad del equipo.
Si bien llegar a lo anterior no es tarea sencilla, dado que implica un cambio cultural profundo, desafiar y cambiar las actitudes y percepciones arraigadas, así como reducir los sesgos y adoptar enfoques más inclusivos, se han vuelto imperativos en la realidad actual.
Es crucial recordar que el camino hacia la equidad de género en el entorno laboral aún está en construcción. Aunque hemos avanzado, aún enfrentamos desafíos significativos que exigen un compromiso inquebrantable y acciones audaces. Debemos desafiar las normas establecidas, derribar barreras y abrir camino a un futuro donde todos, sin importar su género, puedan brillar y ser reconocidos por su talento y contribuciones únicas.
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Janeth Rodríguez, VP Revenue Latam de Infobip.