La CDMX tiene el reto de transformarse en una ciudad inteligente para soportar la demanda de servicios, movilidad e instalaciones de sus casi nueve millones de habitantes.
El Plan de Desarrollo Urbano presentado por Miguel Ángel Mancera podría ser clave en la evolución de la CDMX en una capital latinoamericana pionera en proyectos ecológicos y de infraestructura para mejorar la economía, el desarrollo cultural, social y urbano. Cada día y con más frecuencia localidades como Bogotá, Buenos Aires, Santiago de Chile y Río de Janeiro se suman a esta tendencia.
De acuerdo a Schneider Electric, si las estrategias gubernamentales son ejecutadas en tiempo y forma los capitalinos podrían vivir en una ciudad inteligente para obtener cuatro beneficios principales:
- Ahorros de hasta el 30% en el consumo de energía. Los smart grids – redes inteligentes de distribución eléctrica – son una pieza crítica para lograr estas metas. En su búsqueda por la eficiencia, la ciudad del siglo XXI debe integrar tecnología inteligente: medidores con sistema de telemetría automática, iluminación pública eficiente, movilidad eléctrica, fuentes de energía renovable, sistemas de almacenamiento de energía y dispositivos que mejoren el conocimiento e información acerca del ahorro y el consumo energético.
Al respecto, Ernesto López, vicepresidente de la Unidad de Partner para Schneider Electric México, dijo que si nos adherimos a esta tendencia, en un futuro no muy lejano en México los edificios y casas contarán sistemas solares en sus estructuras que permitirán, por ejemplo, recuperar energía del sol para el consumo de sus habitantes. “La basura de los edificios será procesada ahí mismo y transformada en energía utilizable para los propios residentes. En un modelo urbano inteligente los ciudadanos pueden ser productores y consumidores de la energía que ellos mismos generan”.
- Disminuciones de cerca del 20% en la pérdida de agua. Contar con un sistema adecuado de administración de agua permite identificar fugas, mejorar el transporte y la distribución, y medir el flujo de agua para reducir el consumo de energía. El manejo de este recurso puede integrase a los sistemas de gestión de edificios (BMS, por sus siglas en inglés) para tener una radiografía completa de los servicios que ocupan los habitantes y actuar de forma preventiva y no reactiva.
- Reducción de hasta en un 20% el tiempo de viaje y las demoras en el tráfico. La innovación en temas de movilidad requerirá nuevas tecnologías como cámaras viales, sensores de tráfico, señales dinámicas y semáforos con controladores inteligentes. Para que estos sistemas operen de forma funcional es indispensable la colaboración de las distintas administraciones jurídicas y el desarrollo de una cultura vial entre los ciudadanos.
- Disminución del 30% en la delincuencia en las calles. Mediante la instalación de sistemas capaces de operar eficientemente en cualquier tipo de aplicación, entorno y condiciones de iluminación, los organismos de seguridad podrán mejorar los tiempos de respuestas y reducir los índices de delincuencia con tecnologías como reconocimiento de placas, control de acceso, análisis de video, etc.