Estamos en plena temporada de precampañas electorales en todo el país. Miles de cargos públicos –alcaldes, diputados, gobernadores– se disputan la atención de electores y medios de comunicación. A pesar de que las votaciones serán el próximo año la política inunda nuestros teléfonos, bardas, anuncios televisivos o radiofónicos. No obstante, me centraré solamente en las campañas en redes sociales explicando estas tres estrategias:
La estrategia de polarización política es la más utilizada en estos días. Los bandos son muy evidentes: los que apoyan a Morena y los que están en contra de ella. Las redes sociales electrónicas se han dividido en estos segmentos: miles de cuentas que apoyan uno u otro bando y descalifican a su oponente. La estrategia que han seguido los candidatos es sumarse a uno de ellos para tener seguidores que apoyen sus candidaturas, porque sus propuestas o su afinidad política los respalda. Por eso los vemos etiquetando –mediante hastags– con los mensajes o ideas clave de su ideología política. El problema de esta estrategia es que sólo se replican a sí mismos, nunca alcanzarán a los indecisos o a los nuevos votantes porque están inmersos en su propio mundo.
La segunda estrategia es la que he llamado: ciudadano vs. político. En esta estrategia, el objetivo es “dejar de ser político”, no tener colores ni ideologías y tratar de disfrazarse de “ciudadano” para atraer a los votantes indecisos o a los nuevos votantes, dejando de lado la trayectoria y el perfil político.
Las redes sociales de estos candidatos se “llenan” de acciones que han hecho a favor de los ciudadanos más pobres o marginados y buscan llamar la atención de los votantes con frases ingeniosas y uso de mercadotecnia política que “oculte” los colores o distraiga a los políticos. El problema de esta opción es que debe construir una base nueva de seguidores porque “carece” del apoyo de los partidos políticos. Aunque puede contar con algunos seguidores resultado de su trayectoria, estará determinado por sus tácticas para ganar nuevos seguidores en unos cuantos meses y mantener esa ventaja cuando llegue la elección.
Una estrategia más es la que utiliza bots contra humanos. En este caso se programan los robots de contenido, hay muchas plataformas que pueden combinar las dos estrategias anteriores (polarización o ciudadanización) para influir a varios segmentos de potenciales votantes: jóvenes, indecisos o nuevos votantes, susceptibles de ser convencidos por los robots.
El problema que tiene esta estrategia es quién programe los mensajes, qué sesgos puedan tener y qué tanto impacto logren para influir en los seguidores. Esta situación es tan novedosa que aún no se ha medido lo suficiente.
Por el otro lado, si son humanos (community managers, webmasters, asesores) quienes programen diariamente estos mensajes, pueden lograr un mayor impacto al conocer mejor al votante y apelar a su experiencia previa, pero tal vez no tengan el alcance suficiente o la cobertura para llegar a los votantes clave que definan la elección.
En suma, las tres estrategias de redes sociales en las precampañas: polarización, ciudadanización y automatización demuestran la importancia de esta herramienta en los procesos políticos actuales. Aunque no está definido su impacto, es claro que deben utilizarse para llegar a los potenciales electores. Seguiremos en el tema.
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El autor de la columna “Tecnogob”, Rodrigo Sandoval Almazán, es Profesor de Tiempo Completo SNI Nivel 2 de la Universidad Autónoma del Estado de México. Lo puede contactar en tecnogob@pm.me y en la cuenta de Threads @horus72.