Los planes de Facebook e Instagram para implementar el cifrado de extremo a extremo en sus comunicaciones se han visto retrasados hasta 2023, tal y como ha explicado la empresa matriz, Meta. Esta decisión llega en medio de un debate entre dos derechos digitales esenciales, la privacidad y la protección. El hecho de aplicar este tipo de encriptación, como hacen ya desde hace tiempo algunas plataformas como WhatsApp –también propiedad de Meta- significaría que ni la propia compañía ni, llegado el caso, la policía podrían leer los mensajes que se intercambian los usuarios en dichas aplicaciones. Para algunos políticos y grupos proderechos humanos como la Sociedad Nacional para la Prevención de la Crueldad contra los Niños británica (NSPCC, de sus siglas inglesas) las comunicaciones privadas son “la primera línea para el abuso sexual infantil”.
Incluso, hasta la ministra de Interior del Reino Unido, Priti Patel, ha llegado a decir que estas medidas podrían “obstaculizar gravemente” la aplicación de la ley en la búsqueda de actividades delictivas. Esto ha provocado el retraso de Meta y ha avivado un debate para el que la única forma de leer las comunicaciones sería obteniendo el acceso físico y el desbloque de los dispositivos utilizados.
Por su parte, los defensores de este tipo de medidas aseguran que el cifrado protege la privacidad de los usuarios y evita que los gobiernos y los ciberdelincuentes se entrometan en las comunicaciones. El propio CEO de Meta, Marck Zuckerberg, presentó estos argumentos cuando anunció los planes de cifrado de Facebook en 2019.