La gestión del ciclo integral del agua abarca la compleja labor de manejo de los sistemas o procesos que permiten, entre otras cosas, el abastecimiento de agua a la población y el riego agrícola. Tal y como señala el Banco Mundial, la agricultura de regadío supone el 20% de la superficie cultivada en el planeta y aporta el 40% de la producción total de alimentos en todo el mundo. Unos datos que, presumiblemente, se incrementarán en las próximas décadas ante el crecimiento demográfico, la urbanización masiva y el cambio climático, entre otros. Por ello, resulta necesario implementar soluciones innovadoras que optimicen la gestión de las infraestructuras de riego y mejoren la eficiencia hídrica.
En este escenario, la tecnificación del sector se ha convertido en una de las respuestas más fiables. Así, los sensores remotos, el Internet de las cosas (IoT), la inteligencia artificial y el análisis de datos, están permitiendo a los agricultores aumentar la eficiencia de los cultivos e impulsar la sostenibilidad en un sector crucial para la seguridad alimentaria global, así como para combatir la despoblación de zonas rurales.
En este sentido, los expertos apuntan que la digitalización de los procesos es una de las oportunidades tecnológicas con mayor potencial para mejorar la actual situación de escasez hídrica. Algunas de las importantes ventajas que también aporta son la mejora de la operatividad y de la gestión, la reducción de costos, y el incremento del valor. Según el informe Accelerating the digital water utility de Global Water Intelligence (2019), el retorno de la inversión de automatizar las operaciones puede alcanzar hasta un 14%.
Igualmente, la integración de todos los datos en soluciones tecnológicas innovadoras, con independencia de proveedores, es el primer paso para realizar una gestión más preventiva y automática en diversos ámbitos como el riego inteligente, de acuerdo con la empresa española de tecnología para el sector del agua, Idrica.
Para Begoña Tarrazona, técnico especialista en riego de Idrica, los actuales desafíos “evidencian la necesidad de utilizar tecnologías más vanguardistas que permitan realizar una gestión óptima de los recursos hídricos. Por ello, es fundamental sensorizar los activos e instalar equipos de transmisión de datos robustos, que transmitan datos en tiempo real a plataformas tecnológicas con capacidad de analizar el dato, generar informes, almacenar históricos, prever la demanda y enviar alarmas ante cualquier valor fuera de rango”.
La gestión del dato
Pero ¿qué se busca exactamente con la gestión del dato? ¿Qué beneficios aporta la explotación de los datos? Para la especialista de Idrica es fundamental conocer las ventajas que aporta antes de implementar proyectos orientados al aprovechamiento de los datos.
Para Tarrazona, uno de los beneficios directos incide en la reducción de costos operativos (OPEX). En este sentido, la especialista señala que “se logra ser más eficientes en la operación de las infraestructuras, se mejora la eficiencia hidráulica de las redes de riego y se optimiza el consumo de agua y fertilizantes. También permiten mejorar la eficiencia energética de los sistemas de bomebo, reduciendo la huella de carbono”.
Más concretamente, se podrían señalar tres beneficios claros: la mejora del desempeño operacional del servicio al aprovechar al máximo la información de los activos y la infraestructura monitorizada; la reducción del ANR (Agua No Registrada), y por último, la optimización consumo energético.
Otro de los beneficios que aporta dicha gestión del dato reside en la reducción del costo de los activos (CAPEX). Para Begoña Tarrazona un control en tiempo real sobre los activos desplegados en las Comunidades “permite detectar anomalías en la red de manera temprana, evitando daños mayores en la infraestructura de riego y aumentando la vida útil de los activos”.
La experta señala la mejora de la sostenibilidad medioambiental como resultado de un mayor control sobre los consumos y dotaciones asignadas, así como de una reducción de la percolación de nitratos a masas de agua subterráneas. Por otra parte, la integración de los datos permite obtener recomendaciones de riego particularizadas a cada tipología de cultivo en base a los índices de humedad del suelo e índice de vigorosidad de las plantas obtenidos a través de imágenes satelitales. La reducción de la huella de carbono, a través de la mejora de la eficiencia energética, también va a contribuir positivamente sobre la sostenibilidad medioambiental.
Para Begoña Tarrazona la digitalización “va a suponer un profundo cambio en la agricultura de regadío, aunque se precisa de la implementación de políticas y programas de apoyo al fomento de la adopción y la capacitación en tecnologías digitales”. En este sentido, una encuesta reciente realizada por ARAG–ASAJA a más de 200 agricultores de regadío señalaba que, si bien el 87,2% de los mismos son conscientes de que la digitalización es algo que se extenderá en el medio plazo, muchos veían como obstáculo la falta de formación y el coste derivado de la implantación.
En cualquier caso, la integración de los datos en la gestión de las explotaciones de regadío va a ocupar un papel relevante en este 2024, un año en el que los gobiernos seguirán apostando por la digitalización del regadío con la implementación de planes de recuperación y transformación. La implantación de Plataformas Tecnológicas que utilicen la IA, la integración de los datos y los mecanismos de aprendizaje automático serán vitales para el futuro del riego inteligente, vertebrado en una mejor previsión de la demanda, detección de eventos y, sobre todo, mayor eficiencia de las explotaciones alineada con una mejora de la sostenibilidad.