En la década de los sesenta, en pleno zenit del mal llamado “milagro económico mexicano”, nuestra sociedad fue referida como la de “Los Dos Méxicos”, en donde contrastaban uno moderno, industrializado y urbano, beneficiario de las grandes obras de infraestructura y materializado en la creciente clase media. El otro, eminentemente rural, marginado, carente sobre todo de esos beneficios de la modernidad.
Lamentablemente, cinco décadas después es posible retomar esa caracterización en términos de conectividad.
La métrica de los dos México de la conectividad
Ciertamente, cada vez que se liberan nuevas métricas acerca de los accesos de banda ancha fija y móvil en México, así como de sus usuarios, los internautas, recibimos buenas noticias, habiendo escalado en pocos años de niveles de veinte por ciento hasta los más recientes por encima del cincuenta por ciento.
Así, ya más de la mitad de los mexicanos somos usuarios hábiles y regulares de estos servicios en red, es decir, ciudadanos digitales y de las redes sociales.
Sin embargo, eso implica que aproximadamente la otra mitad cuenta con capacidades limitadas (en términos de dispositivo de acceso, conectividad, habilidades digitales, medios transaccionales, etc.) para la apropiación oportuna de contenidos culturales, educativos, productivos o bien de relacionamiento social, entre otros elementos que caracterizan el objetivo cada vez más generalizado de ser en plenitud un Homo Telecom, es decir, un hombre de la comunicación a distancia.
Lo anterior nos remite a esos dos México, o dos tipos de mexicanos: conectados y desconectados.
En efecto, la realidad es que aún la gran mayoría de la población (65.1 millones de mexicanos en 2014), se encuentra en condición de desconexión. Por ello, el elemento aspiracional en el artículo sexto de nuestra Carta Magna es lograr que todos los mexicanos entremos a esa clasificación de ser ciudadanos digitales. Aunque que ese diferencial adicional luce como el más difícil de conectar, por razones de falta de cobertura y de poder adquisitivo, entre otras causales.
Penetración de Internautas por NSE
Fuente: The Competitive Intelligence Unit (2014)
La mitad más difícil
Un rápido ejercicio de prospectiva de la conectividad social nos lleva a anticipar complicaciones adicionales a las ya experimentadas a la fecha. Esa primera mitad de mexicanos conectados podríamos considerarla la Fase (relativamente) Sencilla de la Conectividad.
La segunda mitad de la población representa una labor o Fase (más) Compleja, ya que las limitaciones en cobertura, las limitaciones en el poder adquisitivo o en habilidad digital (o todas las anteriores) impiden entrar en la aritmética de conectividad en nuestro país.
En ese segmento, el mercado no ha logrado posibilitar el acceso de dicha población a dispositivos, redes y servicios. Además, es improbable que a futuro lo logren, al menos no por sí solo. Conectar a la mitad faltante sólo puede resultar de un ejercicio de acción colectiva, es decir, la puesta en marcha de una estrategia de conectividad que involucre a industria, gobierno, academia y al resto de la sociedad.
La implementación efectiva de estas acciones abre la ventana de esperanza para hacer que el acceso a internet sea incluyente en un plazo menor del que tomó llegar a la primera mitad. Por ello, es imperativo imprimir un sentido de urgencia para cerrar esa brecha de capacidades educativas, culturales, productivas y sociales de la mitad de mexicanos que hoy día continúan aún en condición de marginación digital o de conectividad.
Es decir, que lo verdaderamente fundamental no es que exista una mayoría conectada, sino que cada acceso a internet venga acompañado de nuevas oportunidades para los ciudadanos así como una realidad más equitativa en la que sea identificado un solo país. Un sólo México hiperconectado.
– Ernesto Piedras y Samuel Bautista, The Competitive Intelligence Unit