Es una vieja conocida y, sin embargo, ha sido durante la pandemia de COVID-19 cuando la impresión 3D ha vuelto a la escena con un papel esencial: salvar vidas, gracias a su empleo para producir los respiradores y otro equipamiento sanitario que tanto han faltado en los hospitales, sobre todo en los momentos más virulentos de la pandemia. Pero, ¿es realmente la impresión 3D una solución práctica ante una emergencia sanitaria del calado de ésta?
Una de las grandes ventajas que aporta la impresión 3D es la libertad que permite a la hora de producir productos y equipos médicos a medida y bajo demanda.
Además, como apuntan desde la firma de análisis GlobalData, la disponibilidad de diseños de productos de código abierto está ayudando a las empresas incipientes de impresión en 3D a producir en masa equipos médicos esenciales. Un ejemplo de ello es el uso que se ha hecho de la “válvula Venturi”, una pieza de respirador producida a principios de marzo por la empresa italiana de impresión en 3D Isinnova y que se ha usado en todo el mundo.
Por todo ello, desde la citada consultora creen que este mercado seguirá una rápida escalada en particular en el sector salud. Venkata Naveen, analista de GlobalData, afirma que durante la pandemia se ha producido un cambio en el terreno de juego de la tecnología de impresión 3D y que su uso se verá definitivamente impulsado no sólo en el sector salud sino en otras múltiples industrias.
“El actual escenario marcado por unas cadenas de suministro frágiles acelerará el desarrollo de un ecosistema de fabricación digital, impulsado por la tecnología de impresión en 3D”, afirma Naveen.
El analista está convencido también de que “la impresión en 3D ha saltado de la etapa de ‘prueba de concepto’ a una alternativa de fabricación viable y está demostrando su potencial en entornos del mundo real, especialmente en industrias como la aeroespacial y de defensa, la de construcción, consumo y la automotriz”.