En días pasados tuve la oportunidad de leer el libro Intoxicación Digital. Cómo enfrentar el mal del milenio, del famoso psiquiatra brasileño Augusto Cury. Su percepción es muy interesante y se complementa con muchas de las ideas vertidas en esta columna, por ello me permito compartir con el lector algunos de sus pensamientos.
El primero de ellos confirma lo que ya sabíamos: las redes sociales alteran el sistema de recompensa mental del ser humano. En esta montaña rusa de la dopamina gracias a los likes y los clics, nuestra mente se ha intoxicado; requiere más y más de esta droga digital que le hace sentir bien. Sin duda, se convierte en una adicción similar al de una droga como la cocaína o incluso el fentanilo, y por eso hemos sido capturados por las redes sociales, perdiendo todo equilibrio o proporción. El problema es que las redes sociales digitales son una droga aceptada legalmente e incluso promovida por la economía mundial.
Una segunda idea de Cury, es la dictadura de la belleza, en la cual caen muchos de los jóvenes porque comparan sus rostros y cuerpos con lo que ven en las redes sociales, aunque saben que son realizados por “filtros”, que de alguna manera falsifican las imágenes. Esto los conduce al síndrome PIB (patrón inalcanzable de belleza) que los lleva a la autoexigencia, al castigo infringido hacia uno mismo, la baja autoestima, etc. ¿Cómo detener esta dictadura de la belleza que le genera tantos millones de dólares a diversas industrias?
Una tercera idea es el GEEI o gasto de energía emocional inútil, que mide la cantidad de energía mental y desperdicio de un ser humano. Entre más alto sea el puntaje, peor el gasto de energía emocional, por ejemplo: sueño de mala calidad (+20 puntos);se queda horas en las redes sociales y responde mensajes digitales (+20 puntos);querer todo rápido y listo (+10 puntos); tener una mente agitada y extremadamente preocupada (+20 puntos); dificultad para convivir con personas lentas (+20 puntos).
Esta forma de medición de la construcción del pensamiento es muy original porque nos lleva a una cuarta idea: la posibilidad de gestionar nuestras emociones y pensamientos. El autor argumenta que, así como nos bañamos diariamente o nos lavamos los dientes, deberíamos hacer una limpieza de todos los pensamientos que nos hacen daño y evitar que se acumulen como basura, para después generarnos problemas de salud mental.
Una última idea es el registro automático de memoria (RAM), que es nuestro biógrafo personal –según la analogía del autor–y que también es el que graba todo lo que nos sucede: positivo o negativo. En este “archivo”, miles de pensamientos y emociones se registran diaria e involuntariamente y después se convierten en recuerdos que influyen en la evolución de nuestra personalidad y pueden inspirarnos o alterarnos,de acuerdo a lo que grabamos. Si esto lo aplicamos a todas las horas que pasamos en las redes, ¿qué calidad de recuerdos estamos grabando en nuestra mente?
Sin duda alguna, las ideas del doctor Cury son una propuesta fresca y original al problema del milenio. Y aunque me hubiera gustado que el autor aportara más soluciones y respuestas, coincido con su diagnóstico. Espero que a usted, estimado lector, también le ayude a equilibrar su relación con estas plataformas, por el bien de su mente.
El autor de la columna “Tecnogob”, Rodrigo Sandoval Almazán, es Profesor de Tiempo Completo SNI Nivel 2 de la Universidad Autónoma del Estado de México. Lo puede contactar en tecnogob@pm.me y en la cuenta de Threads @horus72.