Cisco Systems estima que el número de dispositivos conectados a Internet alcanzará los 50 mil millones en el 2020. Esto trae una promesa para los usuarios, las empresas y los proveedores, pero también un cambio importante: ¿Qué ocurriría si la Internet de las cosas (IoT), los 50 millones de ellas, se transforma en la Internet de las cosas malogradas?
En otras palabras, ¿cómo van los vendedores a aseguran que estos dispositivos sean compatibles? ¿Quién será el responsable de garantizar esta compatibilidad? Si un dispositivo se descompone, ¿quién lo va a arreglar? Y ¿todo el mundo quiere conectividad total en primer lugar?
Interoperabilidad, principales retos de seguridad que enfrenta la Internet de las cosas
“Superar estos retos para la interoperabilidad es algo así como una espada de doble filo”, señala Ryan Martin, analista asociado en Yankee Group. “Por un lado, la estandarización, podría favorecer la penetración del mercado, así como la amplitud y profundidad de las soluciones de IoT. Por otro lado, significa renunciar al control y, por lo tanto, potenciar un ecosistema dado”, agrega.
Como resultado, añade Martin, vamos a ver más probabilidades de fusiones, adquisiciones y sociedades, antes de ver la influencia de estándares técnicos de toda la industria.
El vicepresidente de Gartner, Hung LeHong concuerda, diciendo que pasará un largo tiempo antes de que alcancemos una compatibilidad universal, si acaso llega. La “competencia” actual en el mercado, señala, se centra en entregar middleware, portales y agregadores de Gateway que pueden adoptar múltiples tipos de conexiones.
Una variedad de proveedores están involucrados, desde firmas de telecomunicaciones y proveedores de nube, hasta retailers y proveedores de hardware y software. (La adquisición de PTC de ThingWorx es una evidencia de que los fabricantes de software están interesados en la Internet de las Cosas). “Ninguna entidad ganará en todas las áreas”, anota LeHong.
Maciej Kranz, vicepresidente del grupo de tecnología corporativa en Cisco, también señala la seguridad como una de las preocupaciones más altas, especialmente mientras se ensamblan líneas y campos de petróleo. Hace tres años, el virus Stuxnet esparció el caos en entornos industriales, y los ciberataques en otras áreas de infraestructura crítica están en crecimiento. La creación de “nuevos paradigmas”, como las tarjetas inteligentes equipadas con Ethernet y cámaras de respaldo por mandato federal, traen una variedad de preocupaciones, señala Kranz. Estas incluyen la prevención de ataques, ataques de malware y DoS en sistemas de apertura de autos, así como en la verificación de la fuente de los datos de comunicación de vehículo a vehículo.
El mantenimiento preventivo también importa, agrega Kranz, especialmente cuando el análisis de datos, el monitoreo remoto de datos y la gestión de dispositivos, sensores y aplicaciones, todo toma lugar en tiempo real. Si una plataforma petrolera genera 5TB de datos por minuto, ¿cómo pueden los fabricantes y corporaciones asegurar que los datos críticos son comunicados al dispositivo adecuado si, digamos, la temperatura excede los umbrales críticos? También resulta imperativo asegurarse de que las políticas y el flujo de datos puedan escalar, digamos, a unos 100 mil camiones.
El diseño, la calidad y confiabilidad convencerá a los clientes
En un informe reciente de Forrester, La Internet de las Cosas Llega a Casa, Bit a Bit, el analista Frank Gillett anota que no es una conclusión inevitable que todas las cosas estarán conectadas a la Internet o tendrán un sensor activo.
Los usuarios indiferentes aún superan en número a los entusiastas, señala Gillett. Los consumidores tanto de los EE.UU. como de Europa, expresan actitudes mixtas acerca de estas nuevas tecnologías; la mayoría no desea adoptar un monitoreo remoto de casa o un appliance de control. Las soluciones de energía y seguridad lideran la lista de la multitud a favor de la Internet de las Cosas, pero el interés general aún es bajo para la mayoría. “Los consumidores no desean una casa inteligente”, señala el informe. “Desean un producto inteligente que resuelva un problema específico”.
LeHong agrega que la Internet de las cosas existirá, en cierto grado, aún que sea como un medidor o un termostato inteligente en la mayoría de las casas en economías desarrolladas. Podría tomar más de cinco años llegar allá. Los grupos, negocios e individuos rechazarán la idea por razones de privacidad, pero esos consumidores siempre tendrán la opción de comprar cosas sin sensores. No todo lo que puede ser conectado, tecnológicamente hablando, será conectado. Los sensores aparecerán en cosas cuando tengan sentido comercialmente, socialmente y por el bien común.
A medida que los líderes del mercado se dan cuenta de la importancia de la facilidad de uso, Martin señala que los consumidores probablemente vean un esfuerzo continuo y concertado para ofrecer la promesa de plataformas de entrega de contenido simplificado. A la larga, cualquier cosa que sea corta de calidad, experiencia de usuario, confiabilidad o seguridad, impactará negativamente en el valor de marca de una empresa.
“En última instancia, los dispositivos con conectividad embebida, impregnan cada casa; sin embargo, es el grado al cual lleguen tales avances (y cuándo lo hagan) estén disponibles y sean ampliamente utilizados lo que está en cuestión”, anota Martin.
“Afortunadamente, para los consumidores y las empresas también, el valor de los servicios conectados, y de la IoT, para este propósito, solo mejorarán con el tiempo”.
Cisco está trabajando con la industria en resolver estos retos, habiendo anunciado recientemente una arquitectura conjunta con Rockwell Automation para mejorar la seguridad de la IoT y la plataforma IOx para el procesamiento de datos “tan cerca de la fuente como sea posible”, señala Kranz.
“Estamos moviendo el análisis a los datos en lugar de los datos al análisis”, anota Kranz, agregando que la arquitectura de Fog Computing (computación en la niebla), en la cual se asienta la plataforma IOx, “le da a los clientes la capacidad de hospedar aplicaciones de terceros al filo de la red”.
LeHong agrega que él es “todo para” la Internet de las cosas, dado que, como se ha mencionado, que tiene sentido comercialmente, socialmente y para el bien público.
“Hay mucho valor en ello”, señala. “Como ex ingeniero, aprecio las mejoras en la productividad industrial que serán posibles. Como consumidor, será impresionante saber qué sitios para estacionarse están libres cuando voy llegando a la ciudad”.
.J. D. Sartain, CIO (EE.UU.)