En las naciones democráticas gozamos de muchas libertades. Una libertad de expresión, libertad de tránsito, libertad de asociación, libertad de pensamiento, entre otras. Las tecnologías de información y comunicación, que aparecieron el siglo XX, expandieron estas libertades.
Gozamos de libertad de expresión sin intermediarios, ya que no necesitamos de los medios de comunicación tradicionales (radio, televisión, prensa) para expresar nuestro pensamiento y llevarlo a muchas personas; las redes sociales han permitido una libertad de expresión tan amplía que ha llegado al libertinaje.
La libertad de asociación entre distintos grupos sociales –con necesidades similares, pero dispersos por el mundo– ahora se comunican normalmente sin mediar distancia ni tiempo. La libertad de pensamiento y de ideas ha crecido hasta formar mareas de información, hemos compartido conocimientos, ideas, datos en las últimas décadas que no tienen comparación con los siglos anteriores.
¿Cómo pensar que estos logros están en riesgo? ¿Quiénes atentan contra estas libertades?
La respuesta es sencilla: los mismos de siempre. Los poderosos, los totalitarios, los anti-democráticos, amenazan con cerrar esos espacios, detener o incluso asesinar a las personas que amenazan sus privilegios e intereses.
Varios casos han llamando mi atención que ejemplifican esta lucha entre las libertades digitales que se han expandido y los viejos totalitarios. El primero es Donald Trump, que usaba su libertad de publicar en Twitter y Facebook para llamar a sus seguidores y al final terminó desestabilizando el sistema político estadounidense, que no se ha recuperado.
Las plataformas de redes sociales, en un hecho inédito, cancelaron las cuentas de este personaje político, restándole espacio de expresión, aunque no pudieron detener a sus seguidores.
En México, el periodista Carlos Loret, hizo un reportaje sobre el hijo del presidente Andrés Manuel López Obrador, y éste respondió publicando los supuestos ingresos del periodista, exponiendo su seguridad con los datos personales. La reacción de la prensa mexicana y la oposición fue determinante, ese mismo día, usando Twitter Spaces, se convocó un evento que duró más de nueve horas y reunió más de 65 mil personas. Un hecho inusual en la política mexicana que reflejó el descontento por acallar una de las libertades digitales: la libertad de expresión de un periodista.
Ha habido otros ejemplos, como las manifestaciones de Hong Kong de 2018-2019 para luchar por la libertad de la isla, la libertad de expresión y asociación, mismas que fueron organizadas y dirigidas a través de redes sociales como Telegram, pero fueron censuradas en Facebook y Twitter.
Es claro que la lucha por llevar las libertades tradicionales al espacio digital es permanente. Los espacios de poder y de privilegio no permiten que se vulnere o disminuya su parcela de poder.
El reto para garantizar las libertades en línea no es menor. Sobre todo si consideramos que son nuevos espacios, muchos de los cuales carecen de límites de actuación que permitan establecer dónde termina la libertad y empieza el libertinaje de los ciudadanos.
Los ciudadanos debemos defender estas libertades y garantizar que ocurran. También los gobiernos deben generar las condiciones para que la libertad prevalezca, garantizar un equilibrio que no rebase las libertades de otros hasta que el espacio digital se convierta en una jungla donde impere la ley del más fuerte.
En momentos donde la polarización política abunda en países como México, Estados Unidos, Francia, Alemania, Inglaterra, Perú, Brasil, Argentina, entre muchos otros, garantizar el equilibrio de las libertades es imperativo. Al mismo tiempo, en los albores del Metaverso, esta nueva región sin leyes ni límites, es imprescindible pensar en cómo impulsar las libertades en el espacio virtual y garantizar que no sean amenazadas por quienes controlen esas tecnologías o por los gobiernos totalitarios. Las lecciones recientes nos ofrecen señales y experiencias que debemos considerar para que estos hechos no se repitan y podamos generar un equilibrio adecuado para seguir gozando de la libertad que merecemos.
______________________
El autor de la columna “Tecnogob”, Rodrigo Sandoval Almazán, es Profesor de Tiempo Completo SNI Nivel 2 de la Universidad Autónoma del Estado de México. Lo puede contactar en tecnogob@pm.me y en la cuenta de Twitter @horus72.