El futuro del trabajo tiende hacia una mayor autonomía del empleado. No todo se arregla con dinero; muchos valoran más la independencia que el sueldo, siempre y cuando se cubran las necesidades básicas. Confianza, libertad y compromiso son valores al alza que hay que cultivar.
Así lo cree Irv Shapiro, CEO de DialogTech, un firme defensor de los empleados autónomos quien ha llevado a la práctica esta filosofía en su propia empresa. “A menos que su organización venda servicios por horas, no tiene mucho sentido medir a los empleados por el tiempo que dedican. En cambio, hay que calibrar su éxito en función de los resultados que producen”, indica.
Ya hay ejemplos prácticos. Uno de ellos es precisamente DialogTech, donde la autonomía es parte de la cultura de la empresa. “Aquí observamos a los empleados que lo hacen mejor y son más eficientes. Tenemos en cuenta su compromiso con nuestros clientes y su aportación al éxito de la compañía”, afirma Shapiro, quien está convencido de que si se potencia la autonomía de la plantilla, se demuestra confianza en los empleados y esto produce resultados.
“Lo último que hay que hacer es frenar la innovación por estar demasiado centrado en dónde están los empleados, en lugar de centrarse en lo que aportan”, concluye.
El teletrabajo “eleva la moral”
Está claro que las expectativas de los empleados han cambiado mucho en los últimos 20 años y ahora cuentan con cierta flexibilidad de horarios. La movilidad permite trabajar desde cualquier lugar con una conexión Wi-Fi y esta opción está comenzando a ser mayoritaria. Además, la libertad de trabajar desde casa o tener horarios flexibles, no tradicionales, eleva la moral del trabajador.
“Los empleados de hoy están siempre conectados”, dice Shapiro. “Casi siempre tienen acceso a sus mensajes de correo electrónico y aplicaciones de mensajería en sus dispositivos personales y, cuando reciben un correo electrónico de trabajo de alta prioridad fuera del horario de trabajo, lo más probable es que lo respondan”.
Los empleados son más propensos a utilizar sus portátiles en vacaciones, o incluso los fines de semana y actúan como si estuvieran de guardia. En cambio, suelen ser menos leales que en el pasado con su empleador. “Esto tiene sentido porque el contrato ‘social’ ha cambiado”, afirma Shapiro.
Agrega que la cultura del trabajo ha evolucionado a lo largo de las últimas décadas, pasando de un momento en que los trabajadores se quedaron con una compañía de toda su carrera a una donde los empleados son más transitorios.
Asimismo, un estudio de la Universidad de Cornell asegura que las empresas que dan más libertad a sus empleados experimentan una tasa de rotación un 30% menor que las que no priman la libertad.
Para Shapiro, “los nuevos empleados quieren hacer algo que les resulte satisfactorio, y la flexibilidad es muy importante para la generación del milenio”.