Pocos temas son tan populares hoy en día al hablar de innovación empresarial como la inteligencia artificial (IA). Es relevante establecer el significado de este concepto y su interacción con una organización; ya que no es lo mismo el uso que tiene para un consumidor en su vida cotidiana, que el uso y los beneficios (o retos) que puede traer a una organización que desea utilizarla.

He elegido la palabra ‘usar’ con toda intención. La analogía de que la IA es una herramienta ha sido para mí la forma más sencilla de comprenderla y presentársela a aquellos que están interesados en ella, pues realmente hay un sector muy pequeño interesado en saber cómo funciona; la mayoría nos inclinamos por conocer en qué la podemos utilizar, en qué nos ayuda, cómo impacta en nuestra vida o en nuestra organización. Y es en ello donde quiero enfocarme.

La IA es una herramienta tan sofisticada, que su uso a menudo obliga a replantear cómo las organizaciones resuelven sus mayores retos, tanto estratégicos como operativos. Provoca la redirección de los esfuerzos de los colaboradores, para enfocar su tiempo en la definición de la estrategia (apalancada por la IA), más que en la ejecución de esta, especialmente en aquellas tareas que consumen mucho tiempo.

El efecto colateral que conlleva es un aumento en el IQ colectivo de la organización, materializando el salto hacia la transformación digital que tanto se promete. En tanto, los Chief Information Officers (CIO) desempeñan un papel crucial al liderar y materializar dicho salto hacia esa transformación, al impulsar la innovación y educar a las funciones de negocio. Aquí, presento algunos casos donde la IA ha probado ser de gran ayuda para mejorar el desempeño de las organizaciones.

La Inteligencia Artificial es un copiloto, no un sustituto

A través de sus capacidades de aprendizaje automático y procesamiento de lenguaje natural, la IA permite la automatización de procesos repetitivos. Las máquinas no se cansan y son más efectivas que nosotros en la realización de tareas rutinarias que requieren poca o nula creatividad. Esto se traduce en eficiencia operativa y reducción de errores, liberando así recursos humanos para tareas estratégicas.

La IA, debidamente entrenada, es capaz de tomar decisiones respaldadas por datos. En un mundo impulsado por los datos, la IA se erige como el catalizador para la toma de decisiones informada, ya que los algoritmos de IA pueden analizar grandes volúmenes de datos en tiempo real, identificando patrones y tendencias que escapan al ojo humano, incluso aquellos que no se encuentran estructurados.

Por lo tanto, las organizaciones tienen la oportunidad de empoderar a sus equipos directivos con herramientas analíticas basadas en IA, mejorando la agilidad y la precisión en la toma de decisiones estratégicas. De nuevo, es un copiloto, no un sustituto de la inteligencia humana y de su creatividad.

Impulsar el enfoque humano es posible con la IA

Sabemos que la personalización es la piedra angular de la experiencia del cliente. La IA se ha vuelto clave para alcanzar un nivel superior de personalización, analizando el comportamiento del cliente y anticipando sus necesidades, construyendo una oferta de productos y servicios adaptados de manera precisa para cada individuo, traduciéndose en un incremento de la lealtad del cliente.

Otra arista donde la IA brilla es en seguridad avanzada. A medida que las amenazas cibernéticas y los fraudes evolucionan, la IA se ha vuelto esencial para fortalecer la ciberseguridad. Los algoritmos de aprendizaje automático pueden detectar patrones de comportamiento anómalos y anticiparse a posibles ataques y consumación de fraudes.

Sinergia operativa y aplicación ética: los desafíos más grandes

Si bien la IA trae beneficios, sin duda presenta también desafíos para las organizaciones. Con la adopción creciente de esta herramienta, surge la necesidad imperante de abordar cuestiones éticas y garantizar la transparencia en el uso de los algoritmos. En este sentido, los CIO juegan un papel fundamental, junto con otros equipos, en la creación de políticas éticas sólidas, asegurando que la toma de decisiones automatizada sea justa, transparente y alineada con los valores de la empresa.

Lo anterior implica un cambio cultural y organizativo significativo. Los ejecutivos de alta dirección deben ser agentes de cambio, liderando la transición hacia una mentalidad centrada en la innovación y la colaboración, no solo entre funciones, sino con la tecnología misma. La educación continua y efectiva son fundamentales para superar la resistencia, no al cambio, sino a la evolución.

Por otro lado, la mayoría de las organizaciones ya cuentan con sistemas y aplicaciones existentes. Integrar la IA de manera efectiva con estas infraestructuras existentes plantea un desafío técnico y estratégico. Uno de los retos para los líderes de áreas tecnológicas y digitales es garantizar la interoperabilidad y sinergia efectiva entre la IA y los sistemas empresariales existentes, sin generar disrupción en el negocio, sino más bien impulsándolo.

En resumen, la usemos o no, la IA ha creado una nueva era de oportunidades y los CIO se encuentran en el centro de esta revolución empresarial. Al liderar con visión estratégica, abordar desafíos éticos, y gestionar el cambio manteniendo la cooperación y empatía con sus equipos; pueden allanar el camino para que sus organizaciones prosperen en la era de la Inteligencia Artificial. La capacidad de navegar hábilmente estos desafíos define no solo el éxito de las capacidades tecnológicas, sino la resiliencia y la competitividad a largo plazo de las organizaciones.

–Gerardo López Torres, Gerente Senior de Consultoría en Tecnología para Inteligencia Artificial & Datos, EY México.