Los sistemas de transporte público de las ciudades modernas son vitales para el funcionamiento y dinamismo social y económico. Tan sólo en América Latina, siete de cada diez traslados se realizan utilizando algún tipo de transporte público y millones de personas los usan a diario. La pandemia de COVID-19 ha alterado su funcionamiento y explotación, requiriendo de nuevas fórmulas de operación que puedan conciliar las medidas de seguridad con la necesidad de desplazar y facilitar el tránsito de la población.
En las grandes urbes como la Ciudad de México, el sistema de transporte público metro traslada diariamente a 4.6 millones de personas (2019), en tanto que el tren ligero transporta a diario 2.5 millones de pasajeros. Sin embargo, a pesar de que estas cifras disminuyeron en 2020 a raíz del confinamiento por la pandemia provocada por el COVID-19, según Google Community Mobility Project se ha recuperado casi un 80% del tráfico habitual. Evidentemente, la actividad económica no puede detenerse por mucho tiempo y debe reactivarse.
En este sentido, se vuelve fundamental implementar soluciones tecnológicas que permitan a las autoridades de transporte y salud enfrentar las problemáticas que la movilidad citadina debe enfrentar en la actualidad.
Sólo así será posible garantizar la seguridad de los usuarios, mejorar el servicio y el confort que se les ofrece y vigilar el cumplimiento de las medidas sanitarias implementadas.
Una primera alternativa tecnológica es la realización de pagos sin necesidad de establecer contacto físico (contactless) de ningún tipo, y que se está aprovechando como una alternativa para reemplazar la utilización de dinero en efectivo.
Con la digitalización, los pasajeros pueden beneficiarse de soluciones que facilitan el pago directo y sin contacto a los torniquetes que dan acceso a algún medio de transporte mediante tarjetas de crédito, débito y virtuales, así como de teléfonos móviles que integren tecnologías inalámbricas NFC (near field communication).
La ventaja de estos sistemas va más allá del simple transporte: ahorran papel al eliminar la emisión de boletos impresos, disminuyen el uso de efectivo y optimizan el tiempo de los usuarios. Además, al estar automatizado todo el proceso de ingreso, las filas y las aglomeraciones prácticamente se eliminan, salvaguardando la seguridad sanitaria de la población.
Un caso concreto de cómo la tecnología ha conseguido volver al transporte público metro un nodo seguro para los usuarios es el que ya se encuentra operando en la ciudad de Valencia, España (ver foto principal). Se trata de un sistema avanzado capaz de controlar el aforo en los andenes y unidades de transporte mediante el bloqueo automatizado de torniquetes. Esta tecnología cuenta con un nivel de sofisticación tal que es capaz de percibir el momento en que se llega a un número límite de pasajeros que pueden abordar un tren, de acuerdo al nivel de ocupación previsto. De esta forma, una vez que los andenes están vacíos, el sistema desbloquea automáticamente los torniquetes para permitir nuevamente el flujo de personas hasta que se llega al aforo máximo establecido. Adicionalmente, a través de pantallas situadas en los accesos a las estaciones, informa a los usuarios acerca del bloqueo y el tiempo estimado para reanudar nuevamente el ingreso.
También en Argentina, los trenes del Área Metropolitana de Buenos Aires cuentan desde hace meses con un sistema de control de temperatura y mascarillas en sus accesos, lo que contribuye a proteger a los ciudadanos, prevenir contagios en el contexto COVID-19 y mantener la mayor seguridad, operatividad y calidad en el servicio de transporte.
Lo anterior es una muestra de hacia dónde evolucionarán el transporte público y la movilidad en diversos puntos del planeta, como consecuencia de una contingencia sanitaria que ha impactado prácticamente todas las actividades productivas a nivel global.
Sin duda, muchas de las innovaciones y procesos que surgieron de la contingencia sanitaria seguirán aplicándose y perfeccionándose en el mediano y largo plazos. El objetivo inmediato es proteger la salud de los ciudadanos, garantizar la movilidad y dar continuidad a la economía. A futuro, podrán aprovecharse para modernizar más aún los sistemas de transporte público y elevar su nivel de eficiencia y seguridad.
María Teresa Sáfon, directora de Transportes de Indra en México.