En febrero, durante uno de los inviernos más duros de Nueva Inglaterra, algunos empleados de Bates College en Lewiston (Maine, EEUU) comenzaron deliberadamente a estacionar sus autos más lejos de sus oficinas. Los trabajadores empezaron a caminar más, trabajar más, e incluso a bailar más. Y en dos semanas, algunos de ellos, los más activos, habían perdido entre un 4 y un 5% de su peso corporal, según Mike Milliken, Director del programa Bates College Wellness.
Lo que está pasando en Bates College no es un caso aislado. En todo Estados Unidos, muchas pymes, empresas, instituciones educativas y otras organizaciones están agregando aparatos de alta tecnología para sus programas de bienestar de los empleados. Fitness trackers, aplicaciones móviles y cuadros de mando basados en la web permiten los trabajadores contar calorías y pasos, monitorear los patrones de sueño, competir contra sus compañeros y ganar premios.
Mientras que las empresas y los empleados elogian por igual estos programas de bienestar corporativo del siglo XXI, algunos están preocupados sobre la privacidad y el retorno de la inversión, que puede ser difícil de cuantificar.
La popularidad de Fitbit, Nike + FuelBand, los Jawbone UP y otros similares ha estallado en el último año más o menos. Y es sólo el principio. En 2014, se esperan 8 millones de pulseras de actividades de seguimiento “inteligentes”, según la firma de investigación Canalys. La compañía prevé que el número llegará a 23 millones de unidades en 2015 y más de 45 millones en 2017.
En 2018, más de 13 millones de dispositivos de seguimiento de la actividad de portátiles se integrarán en los programas de bienestar de los empleados, según estimaciones de ABI Research. Sin embargo el año pasado menos de 200.000 dispositivos portátiles fueron utilizados en planes de bienestar corporativo, según el analista Jonathan Collins, citado por MobiHealth News.
Programas de bienestar de los empleados son la norma hoy en día. Alcanzan casi al 80% de las organizaciones con más de 1.000 empleados y al 44 % de las empresas de entre 50 y 999 empleados, según una encuesta de 2012 de Automatic Data Processing. Con el aumento de la concienciación sobre los riesgos de salud y el bajo coste de muchos rastreadores portátiles, junto al deseo de ser más activo y saludable, y un creciente interés en “medirse a uno mismo”, no es de extrañar que muchos trabajadores esten usando aparatos para rastrear sus actividades físicas en el hogar y en el trabajo.
Oficialmente la incorporación de este tipo de dispositivos en el programa de bienestar de la empresa, en la que Fitbit se han convertido en un nuevo tipo de BYOD, parece obvia, dado que los empresarios luchan contra el aumento de los costes del cuidado de la salud. De hecho un 35% de las organizaciones consideran que este tipo de programas de bienestar para empleados son una ” estrategia muy eficaz para controlar los costos”, según la encuesta Health Research & Educational Fideicomiso 2013 de Kaiser Family Foundation.