Son maltratados y relegados por sus compañeros, de quienes no obtienen el apoyo que requieren para hacer bien su trabajo… un trabajo que involucra el bienestar de toda la organización, hay que decirlo. Sin embargo, es una tarea que en muchas empresas recae en un área, en apenas unas cuantas personas o, incluso, un solo ejecutivo, que todos los días se amarra las tripas para tratar de sacar sus tareas, a como pueda y con los recursos que le den… muchas veces, insuficientes.
Este es el perfil de los oficiales de cumplimiento (Compliance Officers), de acuerdo con los resultados del estudio Stress, Compliance and Ethics, publicado en enero y realizado por la Society of Corporate Compliance and Ethics (SCCE) and the Health Care Compliance Association (HCCA).
De acuerdo con el estudio, que encuestó a 970 profesionales de esta profesión, el aumento de la atención pública sobre la integridad de las empresas ha llevado a los oficiales de cumplimiento a perder el sueño: 58% dijeron que con frecuencia se despiertan por la noche debido al estrés de las preocupaciones relacionadas con el trabajo. Por este motivo, 60% ha considerado dejar su empleo.
¿Y cómo no querrían dejarlo? Las funciones del oficial de cumplimiento no solamente se reducen a cumplir, como su cargo lo indica, con cada normativa, ley o regulación que se establece para la industria a la que pertenecen. Si la organización no cumple, ello implica sanciones o infracciones que muchas veces no quedan solamente a nivel empresarial, sino que en la búsqueda de responsables, todo apunta hacia ellos. O sea que si hay faltas de cumplimiento, los culpables son los oficiales de cumplimiento… obvio, ¿no?
Ni tanto. Para que una organización cumpla se requiere el apoyo e involucramiento de todas las áreas de la empresa, no solamente de una persona o departamento. Sin embargo, de acuerdo con el estudio, más de la mitad de los oficiales de cumplimiento (58%) no cuentan con el apoyo de sus pares y hasta son tratados de manera negativa.
Afortunadamente para ellos, encuentran un aliado en el área legal, con la que 54% de los encuestados dijo tener una buena relación. Esto se debe, seguramente, a que si hay otra área que conozca sobre el impacto de no cumplir con multas y regulaciones, y su responsabilidad para mantener a salvo la reputación de la empresa, es el departamento legal.
Como sea, esta amistad con las leyes es probablemente una de las causas de que el resto de las áreas lo vean feo. Es como los grupitos de alumnos en las escuelas: “dime con quién te juntas…” Y bueno, si hay algunas áreas que no gozan precisamente del favor de sus pares, son auditoría, normatividad, contraloría, cumplimiento y el departamento legal. Todas estas son percibidas como áreas controladoras, restrictivas y como obstáculos para las funciones de los demás departamentos.
Pero esto tiene que cambiar. Son precisamente estas áreas las que velan por la integridad de las operaciones de una empresa, y el resto de las unidades debería ofrecer su apoyo para el cumplimiento cabal de sus funciones.
Y hablando de apoyo, ¿qué tal empezar por asignar los recursos necesarios? Si el oficial de cumplimiento y su gente se encargan de que la empresa no enfrente riesgos legales y económicos innecesarios, ¿por qué no facilitar sus tareas, en vez de complicárselas y exigirles que lidien ante las adversidades con lo que tengan a la mano, cual si fueran héroes súper dotados?
De acuerdo con el estudio, casi tres de cada cuatro encuestados no cuentan con el presupuesto suficiente para realizar sus funciones… y esto incrementa su carga de estrés. El 29% de los encuestados respondieron que no tienen ni por aproximación suficiente presupuesto para ejecutar sus programas de cumplimiento, mientras que 44% dijo que sus presupuestos no son suficientes.
¿Cómo entonces, se les exige que saquen adelante el trabajo, sin consecuencias para la organización, a riesgo de que si algo sale mal, su empleo y tal vez hasta su libertad corren peligro? Yo me quedo en la mente con esa famosa canción que dice: “Mira Bartola, ahí te dejo estos dos pesos…”
Lizzette Pérez es editora de la sección SCO de CIO México
