La Inteligencia Artificial (IA) se está perfilando como una de las tecnologías con mayor proyección, con un potencial de transversalidad que hace que tenga aplicación en todos los campos e industrias. Datos recientes de Gartner revelan que seis de cada diez organizaciones están desarrollando proyectos de IA. De media, cada una tiene cuatro iniciativas, que se espera que sean diez en 2020 y 20 en 2021.
El sector energético y de utilities no es ajeno a esta tendencia. Las empresas vinculadas a la industria están experimentando ya con sus posibilidades.
Por ejemplo, Siemens Gamesa colabora con Microsoft para emplear la tecnología de Azure AI en el procesamiento de imágenes de sus turbinas eólicas. Estas fotografías son capturadas por drones y, a través de la aplicación de herramientas inteligentes, se puede identificar potenciales problemas y reducir los tiempos de mantenimiento.
Pero su adopción es limitada: en la actualidad, sólo el 15% de organizaciones de energía y servicios públicos han implementado casos de uso de automatización a escala, según un informe de la firma de análisis Capgemini. “Es una oportunidad perdida”, señala, ya que el ahorro vinculado a su uso podría ascender a los 813,000 millones de dólares. La firma distingue tres áreas principales a través de las que integrar la IA y el Big Data en la industria: la atención al cliente; la reducción del gasto de tiempo, dinero y recursos; y, precisamente, la protección y gestión de activos.
En este último campo, Capgemini señala que el uso de herramientas de Inteligencia Artificial, como machine learning o visión artificial, permite en la actualidad analizar datos e imágenes para avanzar en la prevención de incidentes y en la planificación de tareas de soporte y mantenimiento, de forma que se minimicen las interrupciones del servicio.
En un futuro, prevé la compañía, estas técnicas podrán desarrollarse al punto de habilitar la automatización inteligente y desarrollar capacidades de autocuración de la red.
La aplicación de IA permite también evitar que se malgaste tiempo, dinero y recursos naturales al reducir el desperdicio vinculado a infraestructuras viejas o defectuosas, que no se pueden renovar por completo sino que se deben ir reparando de forma paulatina.
El uso de herramientas inteligentes permite identificar estos problemas concretos; por ejemplo, localizando fugas en compañías de suministro de agua. Del mismo modo que su aplicación en mantenimiento, el uso de la IA puede aquí ayudar a adoptar un enfoque proactivo para las actualizaciones y reparaciones del sistema, de forma que se puedan planificar las actividades de reemplazo.
En el servicio al cliente, el uso de IA se canaliza, fundamentalmente, en el uso de asistentes virtuales que permitan atender de forma más ágil a los requerimientos de los usuarios, que por lo general se limitan a un número concreto de temas.
Capgemini apunta a que estas posibilidades podrían desarrollarse a través de las herramientas de terceros, como Siri o Alexa, para integrar la experiencia del usuario entre los distintos canales y avanzar en la cobertura de sus necesidades. Una función que podría ser especialmente interesante en el caso de grupos de clientes especializados, explica la firma, como personas con discapacidad auditiva o visual o personas mayores.