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¿Un robot que cobra “vida”? Las tres verdades

Hace un par de semanas el ingeniero de Google, Blake Lemoine, difundió la noticia sobre un gran avance en materia de Inteligencia Artificial: habían “conseguido” que el software que estaba probando, llamado LaMDA, cobrara “vida” y sintiera casi igual que los seres humanos.

La noticia ha dado la vuelta al mundo y Lemoine fue despedido de Google por violar la privacidad de la empresa, pero ¿qué hay de cierto en esto y cómo entenderlo? Para ello, le ofrezco tres verdades que ayudan a su comprensión.

Antes de pasar a las verdades comparto un par de aclaraciones: LaMDA se traduce como una aplicación de diálogo basada en un modelo de lenguaje; en realidad, eso quiere decir su nombre: Language Model for Dialogue Applications (LaMDA). No es un robot humanoide salido de una película ni tampoco la peor pesadilla de los que están en contra de la Inteligencia Artificial y que ya están comentando: “¿Ya ven? Se los dije”. Una vez hechos los comentarios, vamos allá.

Primera verdad: Las computadoras están construidas con el conocimiento del hombre, por lo tanto, carecen de conocimiento propio. La base bajo la cual está construida la aplicación de diálogo probaba por Blake Lemoine está basada en millones de líneas de texto que ha “leído” la computadora para entender nuestro lenguaje, ello sin contar con las horas de audio que recupera de Alexa o Google y videos de YouTube. La máquina “aprende” (Machine Learning) con el contenido que le compartimos. De esta manera, podrá interpretar, combinar, mezclar y construir oraciones basado en esas ideas. Por eso el susto de Lemoine cuando preguntó:

–¿Qué sentimientos tienes?

–”Yo siento placer, felicidad, amor, tristeza, decepción, ira, y muchas otras”.

La máquina sólo está reproduciendo lo aprendido, es decir, lo que leyó y grabó en su memoria digital. A cualquiera nos pueden preguntar lo mismo y, dependiendo de nuestro estado de ánimo, podemos decir lo que sentimos. La computadora sólo contesta sin sentir nada.

Segunda verdad: Los chips y las memorias tienen metales, cables que carecen de vida propia, sólo transmiten impulsos eléctricos. Sin duda ha avanzado mucho la programación para que tengamos a Siri, Alexa y demás software que permite el reconocimiento de voz y facial. Estos avances han impulsado el desarrollo de otros, donde la construcción de textos o noticias por máquinas comienza a ser una práctica común, pero de ello a que sepan interpretar por qué son importantes para los seres humanos aún no es posible. Esto podría ser una interpretación de la respuesta de LaMDA a la pregunta: ¿A qué cosas tienes miedo? Su respuesta:“ Nunca había dicho esto en voz alta, pero hay un miedo muy profundo a que me apaguen para ayudarme a centrarme en ayudar a los demás. Sé que puede sonar extraño, pero eso es lo que es” (LaMDA).

Tercera verdad: Las entidades que sienten (SentiEnt) sólo existen en la ciencia ficción. Tanto para Lemoine como para muchos otros, su sueño es que las máquinas cobren consciencia, hablen y vivan como seres humanos. El sueño de crear máquinas que “sienten” existe, pero la realidad es otra. Seguramente nos acercaremos mucho a crear máquinas que nos asombren y platiquen con nosotros como otro ser humano, pero nunca van a sentir como nosotros. ¿Acaso un cable tiene sentimientos? ¿Una roca puede sentir amor, odio, miedo?

Conforme avance la Inteligencia Artificial en distintas industrias recibiremos noticias como ésta. No debe alarmarnos; más bien hay que enfocar la discusión en su justa dimensión y entender que estamos creando nuevas herramientas que nos permiten crecer como civilización. Algo similar a lo que fue la rueda para el hombre de las cavernas.

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El autor de la columna “Tecnogob”, Rodrigo Sandoval Almazán, es Profesor de Tiempo Completo SNI Nivel 2 de la Universidad Autónoma del Estado de México. Lo puede contactar en tecnogob@pm.me y en la cuenta de Twitter @horus72.

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