Tres de cada 10 mexicanos (32%) estarían dispuestos a darse de baja de las redes sociales si así pudieran garantizar la privacidad de sus datos para siempre, según el reciente Informe Global sobre la Privacidad de Kaspersky.
Los miedos asociados a la privacidad digital generan ansiedad y preocupación sobre la utilización y distribución de sus datos personales en Internet. En este informe se ofrece una visión general sobre cómo y por qué los usuarios otorgan un valor cada vez mayor a su información personal.
Las redes sociales como Facebook, Instagram o Twitter juegan un papel muy importante en nuestras vidas. De acuerdo con el informe de Kaspersky sobre “El verdadero valor de la privacidad digital”, el 94% de los mexicanos ya cede sus datos personales a estas empresas como moneda de cambio para expresar sus ideas, comunicarse con amigos o familiares o ponerse al día de las últimas noticias, ideas y tendencias.
No obstante, al margen de los numerosos beneficios que las redes sociales aportan, son muchos los que estarían dispuestos a abandonarlas si este fuera el precio a pagar por recuperar su privacidad digital para siempre.
El informe de Kaspersky reveló que el 13% de los mexicanos reconoció ceder información personal para registrarse o participar en juegos y concursos divertidos – “¿A qué famoso te pareces? o “¿cuál es tu comida favorita?”-, algo que no podrían hacer si salieran de las redes sociales. Adicionalmente, abandonar las redes sociales haría más complejo el proceso de ingresar a diferentes páginas y servicios web para el 66% de los mexicanos que vincula estas cuentas a sus perfiles de Facebook o Twitter.
Resulta aún más curioso que en un país en el que los smartphones superan el 65% de penetración en el mercado, el 32% de los mexicanos estaría dispuesto a despedirse de su teléfono inteligente si así pudiera garantizar la privacidad de sus datos para el resto de su vida.
Hoy las redes sociales han llegado a un punto en el que la calidad de la experiencia del usuario es directamente proporcional a la cantidad de información que esté dispuesto a ceder, ya sea información financiera, de geolocalización, sobre su patrón de compra, sus preferencias de comida o su situación sentimental. Por ello, no es extraño que ese sentimiento de nostalgia por la privacidad perdida pueda estar resurgiendo.
Sin embargo, incluso sacrificar por completo nuestra presencia en las redes sociales no sería suficiente para proteger nuestra privacidad digital. Se trata de un proceso en el que cuentan muchos factores, y no un problema que se puede resolver en un solo día.