Los sistemas biométricos faciales se están convirtiendo en una parte crucial de nuestra vida diaria. Proporcionan una manera conveniente de verificar y autenticar nuestra identidad en casa, en el trabajo o mientras viajamos.
A medida que continuamos moviendo más nuestras vidas en línea, tenemos una oportunidad increíble de crear servicios digitales inclusivos. Ofrecer acceso remoto a servicios gubernamentales y financieros, así como a la atención sanitaria, puede ayudar no sólo a acelerar y mejorar la eficiencia, sino también a mejorar la vida de muchas personas, en particular de aquellas con problemas de accesibilidad.
Sin embargo, como industria, debemos asegurarnos de que nuestras plataformas sean inclusivas y accesibles. Incluso una tasa aparentemente pequeña del 0.5 % de falsos rechazos puede significar que cientos de miles de personas en la comunidad quedan excluidas de los servicios.
El rechazo debido a sesgos en los dispositivos, la demografía o la capacidad cognitiva genera experiencias negativas para el usuario. La organización que implementa la tecnología sufre ramificaciones, como pérdida de reputación, exclusión, baja tasa de adopción e incluso multas.
Debemos abordar de frente las preocupaciones sobre los prejuicios para impulsar la adopción y evitar generar miedo, incertidumbre y dudas en el público. Esto es especialmente cierto para el sector financiero y los servicios públicos, que deben hacer esfuerzos significativos para garantizar el acceso de todos.
El Consorcio World Wide Web (W3C) publicó recientemente las Pautas de Accesibilidad al Contenido Web (WCAG) 2.2, el último estándar para accesibilidad digital. Esta actualización introduce nueve nuevos criterios de éxito, siendo el cambio más significativo los criterios de autenticación accesible. Esta nueva directriz prohíbe el uso de pruebas de función cognitiva, como contraseñas o acertijos, durante cualquier paso del proceso de autenticación.
Este cambio tiene implicaciones de gran alcance, ya que muchos métodos de autenticación tradicionales se basan en pruebas de función cognitiva y ahora son explícitamente incompatibles con WCAG 2.2 AA.
Cabe señalar que una quinta parte de la población vive con una discapacidad, y proporcionar contenido digital accesible no sólo es un imperativo moral sino también un requisito legal para muchas organizaciones del sector público.
Las pruebas de función cognitiva se refieren a tareas que requieren que los usuarios recuerden, manipulen o procesen información, como por ejemplo:
- Recordar una contraseña o PIN
- Resolver un acertijo o responder una pregunta de seguridad
- Realizar cálculos mentales o interpretar patrones.
Para cumplir con los criterios de autenticación accesible, las organizaciones deben proporcionar métodos de autenticación alternativos que no dependan de pruebas de función cognitiva. Esto podría incluir:
- Autenticación biométrica, como reconocimiento facial o escaneo de huellas dactilares.
- Tokens o dispositivos físicos, como tarjetas inteligentes o llaves USB.
- Servicios de autenticación de terceros que no requieren pruebas de función cognitiva.
Al implementar métodos de autenticación que se alinean con los criterios de Autenticación Accesible, las organizaciones pueden crear experiencias digitales más inclusivas y garantizar que su contenido y servicios sean accesibles para todos los usuarios, independientemente de sus capacidades o discapacidades.
¿Por qué biometría?
Debido a las importantes cantidades de dinero e información personal involucradas, los criminales con frecuencia atacan los servicios financieros, el sector público, la atención médica, la inmigración y los esfuerzos humanitarios.
Desafortunadamente, el deseo de brindar un fácil acceso a una amplia gama de usuarios, junto con altos volúmenes de tráfico y la necesidad de una rápida toma de decisiones, como en el caso de los fondos de ayuda para la pandemia, puede conducir a medidas de seguridad relajadas y una mayor vulnerabilidad al fraude.
La tecnología biométrica facial ofrece una solución convincente que equilibra la seguridad, la accesibilidad y la inclusión, superando los métodos de autenticación tradicionales como contraseñas o tokens físicos.
Las ventajas de la biometría facial para la verificación y autenticación remotas son múltiples: comodidad, pues los usuarios no necesitan recordar contraseñas complejas ni llevar tokens físicos, lo que hace que el proceso de autenticación sea más fácil de usar y accesible; seguridad: la biometría facial es única para cada individuo y no se puede replicar ni robar fácilmente, lo que proporciona un mayor nivel de seguridad en comparación con las contraseñas o los métodos basados en la posesión; e inclusividad: cuando se diseñan e implementan correctamente, los sistemas biométricos faciales pueden ser utilizados por muchas personas, independientemente de su experiencia técnica o capacidades físicas.
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El autor de este artículo, Andrew Bud, es fundador y CEO de iProov.