Nuestra vida digital ocurre a través de nuestra identidad digital. En una colaboración titulada “Manejados por los datos” argumentaba yo cómo el conocimiento que tienen de nosotros las plataformas de redes sociales nos lleva a actuar de determinada forma: comprar, votar, opinar. Esto es una realidad cada vez más evidente.
Actualmente, sea por nuestro trabajo o por diversión, estamos conectados con múltiples sitios de Internet bancarios, laborales, sociales, cuentas de redes sociales, números telefónicos, grupos de WhatsApp o Telegram, etc. En cada uno debemos indicar quiénes somos: escribir un nombre de usuario, correo electrónico y/o contraseña para poder ingresar y realizar la actividad que queremos.
Estos sitios tienen muchos años, algunos como Hotmail o Yahoo! pudieran tener veinte años funcionando; los más nuevos piden otros datos: ubicación, número telefónico, etc. En todos los casos nuestra identidad está en riesgo.
Cada vez la interacción con las tecnologías será mayor y tendrá mayor injerencia en varios aspectos de nuestra vida como: salud, finanzas, educación, y hasta nuestras relaciones cotidianas pasan a través de las tecnologías. ¿Qué tan importante es cuidar nuestra identidad?
El robo de identidad se utiliza para fraudes y robos, no dude que en poco tiempo se utilice para destruir nuestras relaciones personales, cambiar datos de salud o modificar registros educativos. Para entender mejor a lo que nos enfrentamos he identificado algunas problemáticas que podemos atacar:
- Muchas contraseñas, muchos IDs, una sola persona. Este es un reto personal, por eso tenemos que usar múltiples contraseñas y administradores de contraseñas para mantener cierta seguridad. Pero sin duda, será un problema garantizar que sea la misma persona quien accede a estos sitios web.
- Una respuesta: usar datos biométricos. Ha sido la apuesta de las grandes empresas como Apple, Amazon y la industria de la telefonía celular. Utilizar la huella digital, el rostro e incluso la retina parecen ser la opción para garantizar la identidad. ¿Hasta dónde llegará este uso? ¿Cuántos biométricos serán necesarios para asegurar que sea la persona el dueño de la información?
- Separar los datos personales de datos laborales. La delgada línea que divide ambos aspectos parece disolverse con rapidez. Esto hace que debamos cuidar al máximo el acceso a dicha información, dado que si ingresamos por la vía personal, podemos dejar vulnerables datos laborales sensibles, lo cual tendrá una consecuencia en el futuro.
- El pasaporte digital. Otro problema es el pasaporte o las visas que requieran actualización constante por temas de salud como la vacunación de COVID-19, así como tener acceso a otros datos biométricos y personales de los viajeros. Esto obliga a crear una identidad digital integral, confiable y electrónica válida a nivel internacional.
- La tarjeta de crédito única. Las tarjetas de crédito y débito han migrado silenciosamente a lo digital. Las plataformas Contact-Less (Menor contacto), sólo requieren acercar el teléfono o la tarjeta para efectuar el cobro sin necesidad de firmar, usando tecnología RFID. Por la facilidad de uso, es imprescindible fortalecer la identidad de quienes las utilizan para impedir su abuso.
Estas cinco problemáticas son una primera aproximación a este problema; habrá otros problemas similares que nos obliguen a construir una mejor identidad digital, no sólo regulada por la ley, sino una cuya tecnología permita garantizar que sean las personas los dueños de la información y del acceso.
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El autor de la columna “Tecnogob”, Rodrigo Sandoval Almazán, es Profesor de Tiempo Completo SNI Nivel 2 de la Universidad Autónoma del Estado de México. Lo puede contactar en tecnogob@pm.me y en la cuenta de Twitter @horus72.